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Zoon politikon

Aristóteles llamó al ser humano Zoon Politikon, del griego antiguo ζῷον, zỗion (animal) y πολῑτῐκόν (político, de la polis, cívico). Es un concepto cuyo significado literal es “animal político” o “animal cívico” y diferencia al ser humano de los otros animales porque posee la capacidad de relacionarse políticamente, es decir, crear sociedades y organizar la vida en ciudades (“polis” en griego).

Cuando Aristóteles definía al hombre como Zoon Politikon hacía referencia a su dimensione social y política. Por consecuencia, el hombre según la lógica de Aristóteles es un político, siempre y cuando viva en comunidad. Como Aristóteles solo concibe al ser humano como el que vive en sociedad, en la ciudad (la polis) y allí se expresa como tal, se puede considerar a quien vive al margen de ella como a un animal.

Parafraseando a Aristóteles, podemos afirmar que quien se declara contrario a la política o quiere destruirla, destruyendo sus instituciones, se acerca más a una naturaleza animal y salvaje, que humana.

Es lo que ha ocurrido en nuestro país en estos días de extrema violencia y destrucción, que han logrado paralizarlo. Pero también hemos visto un resurgimiento de la política como el escenario necesario e imprescindible para resolver los problemas de los ciudadanos (civitas) en la polis (la política). Mientras los unos, negando y destruyendo literalmente la política y sus símbolos abandonan y reniegan de ella, quedando a la vista de manera dramática su condición animal, los otros -los de la polis- parecen haber recuperado su capacidad gregaria y propia del Zoon Politikon aristotélico, para acordar un camino de cambio de la Constitución que no tiene parangón en la historia de Chile. Un acuerdo que ha rescatado al país de la acción de grupos que se asemejan más a hordas de animales salvajes y que no logran razonar ni mucho menos racionalizar sus conductas destructivas. Y este rescate se ha hecho desde la política y su máxima expresión democrática, el Parlamento. Y se ha hecho con total transparencia, casi como un reality, por mucho que algunos se empeñen en afirmar lo contrario.

Pero ello no es todo, millones de chilenos, especialmente jóvenes, han empezado a conversar de política y otros no tan jóvenes han vuelto a conversar en la polis, como en los tiempos de la victoria del NO, en que fue posible derrotar a una dictadura sin violencia.

La política, ha demostrado que es capaz de reaccionar frente a una crisis de proporciones como la que hemos vivido, conducirla y concebir soluciones -valga la redundancia- políticas. Y la política es el arte de gobernar y de lo posible. Porque la democracia no es la dictadura de las mayorías, sino el gobierno de las mismas, respetando los derechos de las minorías. Por mucho que a los integristas no les guste, la política y la democracia son reales en la medida que están provistas del principio de tolerancia activa (como dice Squella) y de un mínimo consenso. Para ello, debemos aprender a vivir en la diversidad, donde nadie es dueño de la verdad y las mayorías gobiernan, sin que ello signifique de modo alguno que las minorías no estén representadas. Ello debe ser el espíritu de la futura Constitución, que debe ser la casa de todos. El Zoon Politikon de Aristóteles ha vuelto en gloria y majestad. En buena hora.

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