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Zarzar, ¿El zar de la cultura y el libro?

En cuanto gestor cultural, el alcalde de Chillán hoy bien puede volverse en la figura más importante de la historia cultural del centro sur de Chile. No en vano, su apellido en árabe significa “dorada abundancia”. También “recipiente muy dorado”. Así lo están avalando sus estratégicos pasos. Destacamos que a causa del magnetismo de su apellido y propio carisma, haya sido el propio Ottone, ministro de  C u ltura de la época, en un  G o bierno de signo distinto al suyo y opositor a sus colores, quien llenó su dorado recipiente y le adjudicara los casi mil millones para el Centro Cultural del  m u nicipio, espacio que  – m ás incluso que el propio Teatro terminado por él y conculcando 70 años de espera- bien puede cambiar los destinos del talento local y nacional, si sus apuestas formativas allí fuesen exitosas.

“Por sus frutos los conoceréis”, dice el Evangelio. Demás sabemos que uno de ellos fue habilitar y alhajar esa abandonada mole, que ya comienza a mostrarse como la plaza del encuentro de casi todas las artes. En un momento donde como nunca Chile necesita espacios públicos, no hay duda que empieza a cumplir con las expectativas de la región. “Al terminar el Teatro, nos quedaba esta otra parte, que aspira a convertirse en el principal punto de desarrollo formativo de distintas disciplinas artísticas”, comentó Zarzar. El Centro Cultural será la trascendental “cocina” donde se formen y reciban estímulos claves los creadores, se geste el caldo de cultivo de los dones que luego, ese “comedor de gala” del Teatro, exhibirá.

Días atrás, el Municipio hizo de Chillán la primera ciudad en firmar un “Pacto de Buena Memoria”. La memoria y la cultura salva vidas, máxime si se registran desastres como el terremoto. Claro, pero a condición de que la memoria sea registro escrito, pues s o l o de lo que permanece puede extraerse el legado de un aprendizaje. Y a ello, el  m u nicipio hoy le agrega el foco en el presente para soñar el futuro. Porque la próxima puesta en marcha del Centro Cultural Municipal apunta a la formación de los talentos que emergen, a formar a los creadores.

Es decir, una iniciativa edilicia cargada de futuro. Aparte de las artes visuales y musicales, proponemos al  m u nicipio y/o a la Corporación Cultural, convertirlo en un  s a ntuario vivo del libro. Ello significa un  c e ntro difusor de la lectura y del arte de escribir. Lo visualizamos como un gran centro de escritura, conversación lectora y espacio de las ideas. Lo vemos girando en torno al libro, asumido  e s te en sus tres fases : la creación, la socialización o comunicación de las ideas y la producción física y edición gráfica. Es decir, un núcleo de asesoría para escribir, publicar, coordinar y prestar apoyo a pequeñas editoriales artesanales. Crear una escuela de cronistas de la memoria y generar desde ella una cultura del libro. Esto significa que, a partir de la  o n toescritura, estructurar e impartir un  p r ograma formativo de narradores y redactores en diversos géneros, asesorando a las escuelas municipales en estrategias productoras de textos. Asimismo, formar un Club del Libro y de la Lectura para el Adulto Mayor con los objetivos de crecimiento y autoformación permanente.

Ambas instancias de servicio cultural, presentarían la experiencia literaria  – e scrita y leída- como una forma de realización humana, la literatura como escuela de vida, como formas de la felicidad, aplicando el lema : “Escribir y leer para ampliar el mundo, acompañarse y resistir los desastres de la historia”. Los cursos deberían ser graduados en niveles y grupos etarios  – j óvenes, profesionales y adultos mayores- certificados por las  u n iversidad es  regionales. Y así llegaría para Chillán “el tiempo  Z a rzar”, es decir una “dorada abundancia” espiritual.

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