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Trenes en la ciudad

Para nadie es misterio el importante rol social, económico y estratégico que ha cumplido el tren en la historia de Chile, así como también, la crisis que enfrentó a partir de los años setenta, como consecuencia de la masificación del automóvil, del uso de las carreteras, y del abandono por parte de sucesivos gobiernos.

Pero lo anterior parece estar cambiando. La semana pasada viajó hasta la zona la Ministra de Transportes, Gloria Hutt Hesse y el presidente de directorio de EFE, Pedro Pablo Errázuriz, con el objetivo de anunciar oficialmente la compra de nuevos automotores, a la empresa china CRRC-Sifang. Según los planes del Gobierno, los nuevos equipos llegarán a finales del 2022, de tal manera que a comienzos del 2023 comenzaría a operar un servicio de 12 viajes diarios entre Chillán y Santiago, con una proyección de 800 mil pasajeros al año (4 veces más que en 2019), y una reducción importante en el tiempo de viajes, con 3 horas y 40 minutos en el caso del servicio expreso, además de un metrotren Chillán-San Carlos y Chillán-Bulnes.

Precisamente, lo importante de este proyecto es que mejorará notoriamente la calidad de vida de cientos de miles de personas, al ofrecer conectividad, rebajando a la mitad el tiempo de viaje, aumentará la competitividad de los exportadores (al brindar un servicio de transporte de carga más económico que el carretero) e indirectamente contribuirá a fomentar el turismo.

Sin embargo, hay que poner atención también sobre las externalidades negativas, que están asociadas al impacto sobre la trama urbana de un mayor movimiento de trenes en una ciudad que está literalmente partida en dos por la línea férrea.

Como respuesta, hay dos iniciativas. Una, bastante avanzada en su etapa de diseño, corresponde a construir un paso bajo nivel en el cruce Lantaño y la otra -también en ese sector- sería una obra similar en la Avenida Queulat, pero todavía solo es una idea.

Ambas obras significarían un avance importante ante la precariedad e improvisación que existe en la actualidad, pues mejorarán los flujos de tránsito oriente-poniente, sin embargo, desde la perspectiva de largo plazo no solucionan el tema de fondo, que es tener una ciudad dividida por el ferrocarril.

Para ello se requiere tener un debate sobre intervenciones mayores, como podrían ser el soterramiento de la línea férrea en toda su extensión por la ciudad, su traslado hacia el poniente, u otras que deben ser analizadas responsablemente en el contexto del plan de inversiones que EFE proyecta ejecutar en Chillán.

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