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“Soy agradecido de la gente de Chillán y Ñublense”

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Lo recuerdan como el “Oso”, pero cuando lo ven por las calles de Chillán, muchos, sobre todo sus alumnos, lo saludan como ”profe”.

Marcos Morales, ex portero de Ñublense, tiene una historia profunda con la ciudad sin ser chillanejo.

El recordado arquero del Rojo, campeón de Tercera División en 1985, arribó a la ciudad en 1981, proveniente de la Universidad de Chile, en calidad de préstamo, luego que el técnico Manuel Rodríguez le dijera que necesitaba foguearse tras llegar a ser el tercero arquero en la tienda azul.

Arribó junto al otrora volante zurdo Mariano Puyol a un plantel que acaba de ascender, pero vivió de entrada un crítico momento económico que más tarde le costaría el descenso a Segunda División al club que había subido a Primera División el año anterior como subcampeón.

“La mitad del sueldo lo pagaba la ‘U’, terminé jugando en esa campaña en el que los problemas económicos gatillaron la salida de varios profesionales y se produjo el debut de jugadores de casa como Pedro Pablo Díaz y Hugo Bello. La crisis fue tal que llegaban a embargar las recaudaciones. Terminamos jugando con un equipo joven y bajamos”, evoca Morales, quien se desempeña como preparador de arqueros de las series cadetes de Ñublense y profesor de educación física en el Colegio Comewealth School.

Tras el descenso, pudo quedarse, pero emigró por dos años a Fernández Vial, para retornar en 1984 con la opción de combinar su pasión por el fútbol y sus estudios de educación física en el desaparecido Iproch (Instituto Profesional de Chillán). Merced al apoyo del gerente técnico, Boris Órdenes, quien le extendió el contrato por dos años, pudo terminar su carrera. Conoció la pobreza franciscana del club, durante la cual los sueldos impagos era la tónica y la ayuda de los feriantes del mercado también. “Recuerdo que muchos jugadores llegaban en bicicleta, no como ahora que todos tienen auto. La gente del mercado también nos ayudaba”, evoca.

Título de Tercera

Tras vivir la amargura del descenso a Segunda en 1981, cuando retornó fue protagonista del ascenso de Tercera División a Segunda, con un “campañón” en 1985.

“Fue un torneo duro. Éramos la vedette del torneo y salimos campeones invictos. Se formó un gran plantel con Esaú Bravo, éramos Ñuble Unido, jugábamos a estadio lleno en Chillán, lindos recuerdos, la parte dulce de poder jugar”, confiesa.

Su amor por Ñublense se consolidó entre golpes y triunfos, por eso se radicó en la ciudad y se hizo un chillanejo más. Hizo amigos como Luis Rosales y el experimentado kinesiólogo Roberto Vergara. Se casó y formó su familia rodeado de su ramillete de hijas. Dos de ellas, Camila y Mariela, están en Australia en medio de esta pandemia y las extraña, aunque las siente más cerca que nunca.

“Yo soy un agradecido de Chillán y Ñublense…(se emociona), es que me toca mucho el cariño de la gente de Chillán que me acogió con tanto cariño y hasta el día de hoy la gente me respeta y quiere. Yo soy de piel. Y siempre estaré agradecido”, sentencia el ahora forjador de porteros en el Rojo, donde además como preparador de arqueros, vivió el ascenso a Primera en 2012 ante Barnechea como ayudante de Carlos “Chifi” Rojas.

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