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Quillonino de 36 años es la víctima fatal más joven por Covid-19 en Ñuble

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Profundo dolor existe en la familia de Daniel Aqueveque Valenzuela, quien falleció la madrugada del jueves a causa del Covid-19.

Se trata de la víctima fatal más joven hasta ahora en región de Ñuble, que registra 11 decesos asociada a la enfermedad.

El joven, de 36 años, era un conocido y querido vecino de Quillón, donde ayer le dieron el último adiós sus seres queridos, amigos y colegas en el marco de un protocolo establecido por las autoridades por la pandemia.

Antes de que el cortejo fúnebre llegara ayer jueves al cementerio municipal de la comuna, se detuvo frente al  hogar que compartía con su esposa Nayaret Garrido y su hijo, de 5 años, quienes se despidieron desde la puerta.

Daniel, quien padecía una diabetes,  permaneció 10 días internado en el hospital de Chillán, sin embargo, pese a los esfuerzos del personal de salud por salvar su vida, no resistió a la infección.

Su esposa Nayaret Garrido (31), recordó que ambos comenzaron a sufrir las primeras señales de la infección el  domingo 29 de marzo, y con el apoyo de su cuñada enfermera, a través de  constantes llamadas telefónicas desde Viña del Mar, sobrellevaron el origen de la patología.

Sin embargo,  los síntomas, detalló, fueron más evidentes el miércoles 1 de abril, situación que los obligó a asistir al hospital de Bulnes. Ahí personal decidió someter solo a Nayaret al examen PCR, mientras que Daniel fue diagnosticado con amigdalitis, descarándose el test en esa instancia, lo que generó preocupación en la pareja.

“Al otro día él empezó con mucha fiebre, llamé al Cesfam pidiendo que por favor lo vinieran a buscar y mandaron una ambulancia. Le dieron dipirona creo para bajarle la fiebre, no le hicieron el examen de nuevo y se tuvo que venir caminando. Llegó a casa y no mejoró,  las noches eran eternas, una tos que no paraba y fiebre todo el día. Yo creo que si a mi esposo le hubiese hecho el examen cuando me lo hicieron a mí, quizás esto habría sido distinto”, expresó.

Recién el 4 de abril Daniel fue sometido al test, relató Nayaret luego que llamara al personal del Cesfam que lo trasladó hasta el hospital de Bulnes, donde se tomó finalmente la muestra. Al día siguiente notificaron al joven con Covid-19 positivo, algo que su esposa sospechaba desde los primeros malestares.

“El 5 de abril ya no podía hablar de la tos, le dolía todo el cuerpo, la fiebre y los dolores de cabeza eran horribles, casi no comía. El día 5 de abril me llaman del ministerio para decirme que Daniel fue positivo. El 7 de abril ya despertó muy mal, mi cuñada llamó al Cesfam para que los trasladaran al hospital de Bulnes, donde lo estabilizaron y fue derivado a Chillán en estado muy grave. Me alcanza a mandar un mensaje para decirme que será hospitalizado en UCI, nos mandamos audios, nos dijimos “te amo” y no supe más de él”, lamentó.

El deceso de Daniel por una neumonía causada por coronavirus, inundó de dolor a su familia que aún no asume su repentina partida.

“Durante ese periodo en el hospital de Chillán, cada día era un desafío, nunca logró repuntar y tener un avance. El personal UCI se portó un siete, hicieron todo lo humanamente posible”, expresó.

Daniel era administrador de un negocio familiar, de servicios funerarios, con sucursal en Quillón, Pinto y Florida. Durante años fue bombero y hace cinco dejó de ser  un voluntario activo, pero de alguna forma siempre estuvo disponible por su fuerte vocación de servicio.

“Lo poco que vi del funeral fue maravilloso. Tuve que mirar desde la puerta de mi casa para que lo pudiéramos despedir con mi hijo. Daniel era muy querido en su rubro y respetado, llegaron muchos colegas con carrozas y gente dentro de lo que permitía el protocolo”, comentó.

Nayaret, quien ha evolucionado bien del virus, comentó que hasta ahora desconocen como los afectó el Covid-19, ya que desde el principio de la pandemia estaban en cuarentena. Daniel hacía las compras, con todas las medidas de precaución posible desde la salida del hogar hasta el regreso, y las pocas veces que trabajó en la funeraria fue con un traje especial, hasta el 24 de marzo.

“Fue un resguardo único, él llegaba a la casa, andaba con su hidrolavadora, limpiaba la cerámica del patio. Daniel ingresaba desnudo a la casa y luego directo a la ducha, mientras yo estaba con las cosas con cloro para poder desinfectar. Mi esposo siempre se preocupaba de mantener todo lo necesario para la familia”, señaló.

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