El pasado jueves se inició el periodo oficial de propaganda electoral de cara a las elecciones del 11 de abril próximo, que si bien tuvo un tibio comienzo marcado por el uso de redes sociales, podría ser el síntoma de un cambio en la forma de llegar a los electores, en que se priorice el mensaje con contenido por sobre la foto y el regalo, pese a que las actividades en terreno continuarán. De hecho, el reciente instructivo para permisos de desplazamiento elaborado por el gobierno, incorpora un apartado que establece los permisos de desplazamiento para candidatos a concejales, alcaldes, convencionales constituyentes y gobernadores regionales. También incorpora a sus equipos de campaña y autoriza actividades presenciales, con las restricciones propias de la condición sanitaria de cada comuna.
Respecto de esto último, es clave que los candidatos, como principales responsables de las acciones de sus colaboradores de campaña, tengan la conciencia cívica suficiente para exigir el apego a las disposiciones sanitarias, promoviendo el autocuidado y la disciplina social, en un contexto marcado por la irresponsabilidad e ignorancia de buena parte de la ciudadanía, que hoy tiene a más del 80 por ciento de la región en cuarentena total o parcial, con muy escasas posibilidades de abandonar esa condición.
Los aspirantes a ocupar cargos de gobernadores, alcaldes y concejales están llamados a dar el ejemplo en materia cívica, y eso, a la larga, debería tener mayor peso que la cantidad de tortas que donen a las juntas de vecinos o el número de camisetas que regalen a los clubes de fútbol amateur.
Hay que reconocer que en la actualidad el nivel del debate político local es pobre, lo que también es consecuencia del bajo interés de la ciudadanía en la actividad política, pero ello no es excusa para que los candidatos no hagan el esfuerzo por poner temas de alcance nacional, regional o comunal. Por ello, los espacios que hemos generado los medios de comunicación, lo mismo que las redes sociales, constituyen una oportunidad para debatir y construir propuestas colectivas a partir de la interacción entre candidatos y electores, pero para ello es necesario que exista interés de ambas partes, con el foco puesto en el bien común.
Sería lamentable que esta elección fuera como las anteriores en materia de participación, pero más grave aún sería que la victoria dependiera de cuánto se gastó en propaganda, porque si bien las restricciones que impone la pandemia tienden a emparejar un poco la cancha, no es un misterio que las brechas entre los candidatos sigue existiendo.
Por eso, la invitación para los candidatos, este año, es a competir limpiamente, a debatir, a ocupar todas las instancias que se generen para intercambiar ideas, aprovechando las plataformas digitales para generar un diálogo más directo, con retroalimentación; y para los electores, el llamado es a participar, a exigir contenido en los planteamientos, a no conformarse con la canasta familiar o la promesa grandilocuente, a hacer una evaluación crítica de la gestión de quienes buscan una reelección y a revisar con atención el currículo de los nuevos postulantes.
