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Primera ERD

El cortoplacismo se ha convertido en un paradigma dominante y se ha ido incrustando en el mundo político, en sus distintos niveles. Las consecuencias que este tipo de comportamiento cortoplacista provoca son fácilmente deducibles. De hecho, durante décadas las decisiones e implementación de políticas públicas y medidas concretas en la antigua provincia de uble fueron demasiados vulnerables a los ciclos político-electorales, y a incapacidades técnicas que finalmente causaron la pérdida de su debido cumplimiento en el tiempo y espacio, reduciendo su impacto y eficiencia en la solución de los problemas para los que fueron diseñadas.

En efecto, una revisión de los últimos 60 años de planificación nos revela un cúmulo de estudios que eran elaborados en Concepción o Santiago y que cada nuevo gobierno archivó, lo mismo que la ausencia de una visión estratégica capaz de prever los cambios y conflictos que iba sufriendo el territorio ñublensino.

Sin embargo, la creación de la región trajo consigo la posibilidad de poner un pare al vicio cortoplacista y diseñar una estrategia de desarrollo, la primera en esta nueva etapa de vida independiente del territorio y que fue aprobada el martes en una sesión extraordinaria del Consejo Regional.

El documento, que comenzó a gestarse en 2018, se construyó sobre la base de tres ejes: Territorial y Ambiental, cuyo objetivo es promover el desarrollo integrado y equitativo y fortalecer la sustentabilidad ambiental, avanzando en conectividad, y disponibilidad y uso del recurso hídrico; Económico y Capital Humano, donde el énfasis estará en la diversificación de la economía, en agregar valor a las actividades productivas principales; y en fortalecer la formación de capital humano; y Desarrollo Social, que buscará reducir la vulnerabilidad social, poner en valor el patrimonio material e inmaterial y fortalecer e impulsar las distintas expresiones culturales e identitarias en la región.

La importancia de tales objetivos justifica las expectativas que se crean en torno a esta hoja de ruta 2020-2028, pues precisamente en el pasado la falta de información y análisis sobre temas claves del desarrollo de Ñuble han sido una enorme complicación para la acertada toma de decisiones, tanto en el sector público como privado.

Sabemos cómo ha afectado la creación de políticas públicas locales en materia de desarrollo territorial, migración campo-ciudad, pobreza y contaminación ambiental. Igualmente, esa falta de orientación ha afectado también la bajada local de políticas nacionales, como suele ocurrir en materia económica, de fomento al emprendimiento y a la inversión, al igual que en la promoción del empleo y la formación de capital humano.

Pero ese cuadro cambió. Ñuble ahora tiene una estrategia regional de desarrollo (ERD) que conecta diferentes dimensiones de nuestra realidad territorial, económica, social y cultural, y jerarquiza objetivos y propuestas, contando también con los mecanismos para ser evaluada periódicamente, pues no basta tener lineamientos estratégicos, sino también indicadores de éxito medibles que permitan ir monitoreando los progresos.

Conviene finalmente advertir que el cumplimiento de la planeación estratégica de Ñuble es una tarea de tal importancia que no puede ser instrumentalizada para sacar dividendos políticos o de figuración de cara a próximas elecciones, sino que es un trabajo que debe ser asumido con total responsabilidad y espíritu cívico. 

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