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Preocupación en Alemania por manifestaciones contra medidas sanitarias

AFP

Alemania, incluida la canciller Angela Merkel, se toma cada vez más en serio las manifestaciones contra el confinamiento que congregarán de nuevo este sábado en todo el país a militantes de extrema izquierda, de ultraderecha o conspiracionistas opuestos a las restricciones vigentes.

Se prevén miles de personas este sábado en Berlín, Stuttgart (donde el pasado fin de semana se juntaron 5.000), Múnich o en pequeñas ciudades de la antigua RDA.

Las concentraciones de este tipo están teóricamente prohibidas pero los ayuntamientos las han autorizado bajo condiciones y con un fuerte despliegue policial.

Los manifestantes (militantes extremistas, defensores de las libertades civiles, opositores a las vacunas e incluso antisemitas) protestan contra el uso de mascarillas o las restricciones a la circulación que siguen en vigor después del desconfinamiento. Algunos reivindican el derecho de contagiarse.

Eslóganes como “Somos el pueblo” o “¡Libertad, Libertad!” hacen referencia a las protestas que precedieron la caída del Muro de Berlín en 1989.

Otros manifestantes provienen de movimientos xenófobos más recientes y exigen que “Merkel se vaya” o denuncian la “prensa engañosa”. Cuentan con el respaldo del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que espera sacar partido de las protestas.

Uno de cada cuatro alemanes dice entender estas manifestaciones, según una encuesta de Civey.

Este sábado, manifestantes depositaron frente a una sede local del partido de Merkel una réplica de una piedra tumbal con rosas rojas y velas y la inscripción: “libertad de prensa, libertad de opinión, de movimiento y de reunión – DEMOCRACIA 1990-2020”.

El secretario general del partido conservador CDU de la canciller, Paul Ziemiak, denunció en Twitter un acto de “mal gusto” intolerable en una democracia.

“Nivel de agresividad alto”

Algunas concentraciones estuvieron salpicadas de violencia. El 1 de mayo en Berlín, un equipo del canal ZDF fue atacado violentamente por una decena de simpatizantes de la extrema izquierda, según la policía. En Prina, Sajonia, un policía resultó herido.

La canciller las calificó de “alarmantes” y acusó a Rusia de estar detrás de operaciones de desinformación que las alimenta, según el diario Bild.

Estas movilizaciones parecen haber tomado por sorpresa a las autoridades, sobre todo porque aumentan en intensidad en un momento en el que Alemania, con un saldo de muertes menos dramático que sus vecinos europeos, ha comenzado a levantar considerablemente las restricciones.

El equipo de Merkel no oculta su preocupación por el “alto nivel de agresividad” en las protestas, en palabras del portavoz gubernamental Steffen Seibert.

Entre los políticos, estas manifestaciones contra el confinamiento recuerdan al movimiento islamófobo alemán Pegida. Las marchas semanales reunieron a unos cientos de personas a partir de finales de 2014 en Dresde, pero fueron aumentando con el paso de las semanas cuando Merkel decidió abrir las fronteras a los refugiados iraquíes y sirios.

Estas marchas fueron el caldo de cultivo para el surgimiento de AfD, que entró en el Bundestag en 2017.

“Sombreros de papel de aluminio”

Además de la violencia contra la policía y los periodistas, hay dos aspectos que preocupan a las autoridades.

Desde las primeras manifestaciones en Berlín, se vieron mensajes antijudíos, acusando a Rockefeller y Rothschild, por ejemplo, de haber “inventado el coronavirus” o comparando las mascarillas con la estrella amarilla.

Estas manifestaciones permiten “juntar a antisemitas, conspiradores y negacionistas”, advierte Felix Klein, comisario del gobierno para la lucha contra el antisemitismo.

Para Klein, “no es sorprendente que las teorías antisemitas vuelvan a florecer en la crisis actual”. “A los judíos se les culpó de las epidemias de peste, se les acusó de envenenar los pozos”, recuerda en el diario Süddeutsche Zeitung.

El otro componente es el éxito de las teorías del complot con una frecuentación al alza de grupos conspiracionistas en Telegram o Youtube.

Las tesis antivacunas están en boga, al igual que los temores sobre el desarrollo de la 5G.

“Desgraciadamente asistimos a una radicalización a menudo rápida de estas personas (….) que no creen en ninguna información de fuentes oficiales y se sumergen rápidamente en comunidades en línea, perdiendo el contacto con la realidad”, explica a la AFP Miro Dittrich, especialista en este tema en la Fundación Amadeu-Antonio contra el racismo.

Estas derivas preocupan asimismo al presidente de la República, Frank-Walter Steinmeier, quien advirtió que era “mejor llevar mascarilla que un sombrero (de papel) de aluminio”, tradicionalmente asociado en Alemania con los conspiracionistas.

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