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Plebiscito seguro

El plebiscito para definir si como país nos daremos o no una nueva constitución se desenvolverá en medio de una pandemia, que en nuestro país se ha abordado mediante la estrategia de contagio progresivo, la administración del contagio, no evitándolo. Ello ha llevado a largas cuarentenas en todo el país, y a que el temor y desconfianza se propaguen al igual que el virus, afectando lo más importante de un proceso como éste: la participación.

Es por lo mismo que se instaló el concepto de plebiscito seguro, en alusión a la necesidad de garantizar las condiciones sanitarias del acto electoral previsto para el 25 de octubre. Detrás de ese objetivo, el martes se dio un importante primer paso, después que e l Ministerio de Salud aprobó el protocolo sanitario presentado por el Servicio Electoral (Servel). Descartado definitivamente el voto anticipado (ya sea en varios días o por medio de correo postal), entre las medidas acordadas destaca la solicitud de llevar lápiz para marcar el voto y firmar el padrón. Asimismo, cada mesa receptora de sufragios deberá contar con un kit sanitario (con alcohol gel, mascarillas, escudos faciales y guantes de látex), exigencia que también deberán cumplir los apoderados del “Apruebo” como del “Rechazo”.

Igualmente, se considera regular la distancia física, un horario extendido (incluso podrían ser dos días, 24 y 25) a fin de regular la afluencia de público, y preferencias para ciudadanos de mayor riesgo, como los adultos mayores, los que deberán concentrarse a primera hora de la mañana.

En cuanto al voto de las personas que a la fecha del plebiscito estén diagnosticadas con Covid positivo, al igual que sus contactos estrechos y quienes estén en cuarentena, el Minsal está trabajando en una fórmula que considere accesos diferenciados, señalética especial y vocales de mesas que ya se han recuperado de la enfermedad y por lo mismo, cuentan con anticuerpos.

Varios países han enfrentado elecciones en los últimos meses, lo que nos permite tener en cuenta sus experiencias para dar garantías para la salud de las personas que quieran ir a votar. En este sentido, no hay una única solución perfecta, pero sí aspectos que son clave, como la colaboración intersectorial entre entidades estatales y no estatales para acompañar el proceso, como también promover una comunicación amplia y efectiva sobre los cambios que se realicen, para una mejor comprensión y aceptación por parte de la ciudadanía.

Para el gobierno será también una prueba de coherencia entre el discurso y la acción, pues deberá demostrar con hechos concretos su convicción con el proceso democráticamente acordado tras el estallido social, prescindiendo de comentarios en defensa de la continuidad de la actual Constitución, o de sembrar dudas sobre una eventual postergación, como hizo el exministro Blumel.

La mayor parte de la ciudadanía no confía en el Gobierno, como tampoco en los políticos -de todos los colores- cuyas verdaderas intenciones en torno a este debate estarán bajo la lupa pública; tanto como los indicadores de la pandemia que permitirán, o no, generar las condiciones para un plebiscito seguro.

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