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Paso a paso

partir de hoy, el país inicia una nueva etapa en los esfuerzos contra la propagación del coronavirus. Esfuerzos que ahora adquieren una nueva dimensión social y económica, tanto ante la reapertura de sectores productivos como la gestión epidemiológica de las regiones.

La estrategia fue presentada ayer por el Presidente Sebastián Piñera y considera cinco fases para superar la pandemia de Covid-19, que van desde la cuarentena hasta una apertura avanzada, recogiendo algunas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y copiando itinerarios de desconfinamiento adoptados por países que han superado la emergencia sanitaria. No obstante, y como le ha ocurrido durante toda la pandemia, el Gobierno no incorporó en su diseño a las sociedades científicas, expertos y gremio de la salud, tal como quedó en evidencia ayer con la controversia entre la subsecretaria Paula Daza y la presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, referida a la socialización del plan ante el Consejo Asesor.

“Paso a paso” es el nombre de la estrategia que tiene como foco –según dijo ayer el Mandatario- la defensa de la salud pública y la vida de las personas, y requiere un nuevo esfuerzo institucional para mitigar los efectos de una emergencia sanitaria que también ha creado un sombrío escenario económico.

En efecto, el golpe a la economía se tradujo en un crecimiento del desempleo y en un deterioro de los indicadores de vulnerabilidad social. Es evidente que el despliegue de ayudas sociales iniciales tendrá que seguir por varios meses más e, incluso, ampliar su red para incluir más personas en necesidad. Por otra parte, la apuesta a las reactivaciones regionales plantea para el Ejecutivo y los gobiernos locales un inmenso desafío en materia de vigilancia sanitaria, preparación de la red hospitalaria y capacidad de reacción ante el crecimiento de contagios.

Pero el desafío no es solo del Gobierno que, valga decirlo, no ha actuado siempre con la oportunidad que una crisis de esta magnitud requiere. El quiebre interno que hoy enfrenta por las medidas de protección a la clase media y la mora con los objetivos de trazabilidad en las regiones, son consecuencias de esa tardanza en el diagnóstico y la acción. Tampoco debe ser un desafío exclusivo de los empresarios que deben comprometerse de manera oportuna y responsable con los protocolos para reiniciar actividades de manera gradual y eficiente. Ni de quien día a día enfrenta las realidades de la pérdida de su empleo o la reducción de sus ingresos. Este es un desafío de toda la sociedad y para enfrentarlo todos los actores debemos trabajar con un propósito común de reactivación económica y contención sanitaria; una retadora combinación de adaptación a la economía y a la vida bajo pandemia, junto con responsabilidad ciudadana, política e individual.

Por último, conviene recordar que ahora los ciudadanos cuentan con mayor responsabilidad. El regreso a las actividades implica más autocuidado y una mayor disciplina social para prevenir contagios. Mientras no haya vacuna y Ñuble deba reactivarse, la mejor apuesta es por la adaptación con responsabilidad.

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