Señor Director:
El evento electoral del domingo suscitó muchísimo interés en la ciudadanía y abrió oficialmente el camino hacia el reemplazo de la Constitución. Del plebiscito seguimos sacando cuentas: por un lado, este hito histórico logró subir puntos en la participación, por ejemplo, la de vecinos en comunas vulnerables, al tiempo que la misma disminuyó en comunas rurales. Por otro, este hito no logró convocar a la mitad de la población.
Con todo, detrás de estas cuentas, se posa una pregunta sobre las próximas elecciones: ¿serán capaces de convocar la misma participación? La discusión de los contenidos constitucionales -y aquellos legales que acompañen- ya está en el horizonte próximo. En ésta, uno de los grandes desafíos será reevaluar cómo entendemos la participación y diseñamos un sistema político que pueda canalizarla. Para eso, lo que pasó, nos da ciertas luces de un elemento clave, que puede ayudar o empeorar en este aspecto: el voto.
Después de ocho años de “prueba” del voto voluntario, quedan pocas dudas de que no mejoró la calidad de la política ni aumentó la participación. Bajo un eslogan de mayor libertad, simplemente se debilitó la democracia, disminuyendo el compromiso ciudadano con nuestro destino común. En un Chile que busca más participación, parece ser el momento oportuno de enmendar ese error.
Magdalena Ortega P.
Idea País
