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Pacientes en recuperación relatan sus batallas contra el coronavirus

El sábado 21 de marzo será una fecha difícil de olvidar para Jenniffer Aldana, ya que ese día pasó a conformar la cifra de los primeros funcionarios del hospital de Chillán atacados por el Covid-19.

Con dolor e incertidumbre la joven enfermera asumía ese día el diagnóstico positivo de la enfermedad, que la ha mantenido fuera del complejo asistencial por 25 días, cumpliendo la cuarentena obligatoria.

El lunes 13 de abril la profesional se reintegraría a su trabajo en la unidad de Neonatología del recinto médico, donde trabaja hace 8 años.

En este momento Jenniffer se encuentra en la fase final de la infección y con La Discusión repasó cómo fueron sus primeros días con el coronavirus y el costo emocional de estar aislada.

“Iba camino a mi casa, cuando me avisan que el examen estaba positivo. Lloré todo el camino del miedo de haber contagiado a alguien más, a mi esposo, a mi hijo o cualquier otro familiar o persona con quien estuve. Cuando llegué a mi casa tuve que hacer mi lista de contactos, para que de la Seremi los llamara y guardaran cuarentena. Todos cumplieron y la gente que trabajó conmigo durante ese periodo, también. Gracias a Dios ninguno presentó síntomas”, recordó.

La profesional cree que el lugar de contagio fue en una reunión de trabajo al interior del hospital, donde había una persona que resultó con Covid-19 positivo.

“En realidad no está muy claro donde me contagié, pero lo más probable que fue en el hospital. Nos dieron una mascarilla con la cual trabajaba. Estuvimos todos los enfermeros y médicos de Neonatología en una reunión en el hospital, donde una persona salió positivo, pero de todas las que estuvimos ahí, solo yo di positivo y del resto de las colegas, nadie”, contó.

Jenniffer es casada y vive junto a su esposo e hijo, de 4 años, en Talquipén, en camino a Coihueco, donde todos cumplieron cuarentena preventiva, evitando todo tipo de contacto físico.

Una vez declarada la enfermedad, la profesional presentó síntomas leves como dolor de garganta y de cabeza. Sin embargo, no en todos los casos es igual, ya que hay pacientes que presentan fases agudas de la enfermedad, en su mayoría por antecedentes previos de enfermedades crónicas.

“Mis síntomas, gracias a Dios, fueron leves. Sufrí una faringitis ese día que nos tomaron el examen, después me examinó un médico, le mencioné que me dolía la garganta, sentía las amígdalas inflamadas y un pequeño dolor de cabeza que sufría de vez en cuando. Me dio paracetamol para el dolor de cabeza. Estuve dos o tres días con esos síntomas, nada más. El dolor de cabeza eso sí pasó de leve a moderado”, explicó.

Durante el periodo de la enfermedad, la profesional comentó que recibió el llamado constante de personal del hospital, Servicio de Salud y Cesfam de Coihueco, para conocer la evolución de su caso.

“Para saber cómo me he sentido, si he tenido síntomas como tos, fiebre, dolor de cabeza y si he podido llevar bien el aislamiento”, comentó.

Jenniffer se mostró tranquila, ya que su esposo e hijo no han mostrado signos de infección, lo que hace pensar que los cambios que realizaron al interior de su hogar permitieron mantener a raya la patología.

“Estaba aislada en la pieza donde dormíamos los tres, porque siempre estamos juntos. Nuestra pieza tiene baño y ducha. Ellos se quedaron en el resto de la casa, donde tenemos otro baño con ducha. Ellos no tenían contacto conmigo, ni siquiera mi esposo. Él me llevaba de comer, y en un velador cerca de mi puerta me dejaba la comida. Ahora recién abrimos la puerta para hablar, porque está terminando la cuarentena”, detalló.

Para la joven chillaneja, el coronavirus, además de los efectos negativos que generar en el organismo, tiene un fuerte impacto a nivel afectivo que es difícil sobrellevar.

“Extrañaba mucho a mi hijo y esposo. Tuve mucha pena, lloré muchas noches, en realidad todavía, porque no puedo abrazar a mi hijo. Por suerte él comprendió que no se podía acercar a mí y los cambios que hicimos en la casa, porque se tuvieron que cambiar de pieza, pero en realidad viendo el lado positivo, era todo para el bienestar de ellos”, manifestó.

Por esta razón, hizo un llamado de responsabilidad a los ñublensinos frente a esta pandemia, que ha dejado miles de muertes y dolor en el mundo.

“Que realmente tomen conciencia de lo que estamos pasando, porque no es algo que podamos tomar a la ligera. Creo que la gente aún no se asusta. Cuando uno recibe el llamado y le comunican que el resultado es positivo es un dolor tremendo. Es mucho susto, yo creo que si a algún familiar cercano no le pasa, la gente no va a generar conciencia, pero tampoco hay que esperar que eso pase. De hecho, se muestra mucho en las noticias lo que está pasando, y lo que menos quiero que eso se dé en Chile, que no lleguemos a esa fase tan cruel de la enfermedad que se da en otros países. Por eso, mi llamado es que la gente se quede en casa, se proteja y que salga cuando sea necesario, para que el virus se detenga y no se siga contagiando más gente”, recalcó.

En relación a un tratamiento experimental del Covid-19 que realizan instituciones de salud privadas y públicas, el cual ya ha sido probado en algunos países, y que consiste en la elaboración de plasma convaleciente, es decir, extraer la sangre de un paciente recuperado para ayudar a infectados grave, Jennifer valoró la iniciativa y se mostró feliz y dispuesta a ayudar.

Sobreviviente del 27/F

Macarena González de 34 años, esposa y madre de dos hijos, permanece confinada en su dormitorio, desde el 29 de marzo, cuando fue notificada como Covid positivo. Recordó que antes de asistir a realizarse el examen, presentó dolor intenso de cabeza y garganta, los cuales asoció a una amigdalitis purulenta, pero jamás pensó que se trataba del coronavirus.

“No iba a ir a hacerme el examen, si no es porque mi marido casi me obliga. El 26 de marzo fui tipo 2:00 de la mañana al hospital, me tomé la temperatura porque sentí dolor de cabeza y fiebre, tenía 38 grados de temperatura y dificultad respiratoria, y eso fue lo que me llevó a ir porque sentí sofoco”, comentó.

Cree que el origen del contagio ocurrió en su lugar de trabajo, en la Seremi de Bienes Nacionales, donde se desempeña como administrativo en el área de Regularización.

“Un colega fue al matrimonio del exSeremi de Deportes, hasta donde sé él nunca se hizo ese examen pero también hay mucha gente asintomática, y lo otro, es que estuve haciendo reemplazo en la Oficina de Partes y ahí también pude haberme contagiado. La seremi nos mandó al tiro a la casa, hice cuarentena preventiva y aun así me contagié”, señaló.

Tras su diagnóstico, Macarena ha debido acudir en varias oportunidades al Hospital de Chillán por presentar dificultades respiratorias que la han dejado al borde la hospitalización.

“La sintomatología de esto es súper fuerte, para mi edad y que no fumo ni nada, he tenido que estar en el hospital un montón de veces, han estado a punto de dejarme hospitalizada por la falta de oxígeno, siempre estoy con problemas respiratorios. Es un agotamiento fuerte porque el corazón hace mucho trabajo entonces el cuerpo queda agotado, es como si a uno lo hubiesen apaleado y se queda tirado”, dijo.

El estar en cuarentena obligatoria, significó un cambio drástico para la convivencia en su hogar, pues tomaron medidas de resguardo para evitar contagiar al resto de los integrantes del núcleo familiar.

“Afortunadamente en mi casa tenemos dos baños, mi dormitorio tiene baño propio, entonces mi esposo e hijos están en el resto de la casa, ocupan el otro baño, y yo estoy confinada en mi dormitorio. Cuando mi marido entra a traerme comida, toma todos los resguardos como mascarilla, guantes y un traje que le cubre todo el cuerpo”, detalló.

Las videollamadas son el medio de comunicación dentro de la misma casa, herramienta que le permite sentirse más cerca de los suyos.

“Mi hijo chico ha tenido que entender que tengo un virus, a veces me habla de afuera de la puerta y me dice ‘¿mamá: se te fue el virus?’, y le respondo que ‘todavía no se va’, entonces me dice que me está esperando, y eso es triste y frustrante porque esto es una enfermedad solitaria, en aislamiento total”, agregó.

Su gran refugio en estos momentos ha sido la Biblia. Macarena aseguró que tener Covid-19 tiene un propósito en su vida.

“Leo harto las escrituras para aumentar mi fe y eso me ha mantenido firme, porque trato de entender que esta enfermedad tiene el propósito de hacerme más fuerte. Sobreviví al derrumbe del edificio Alto Río en 2010, y me dije que tengo que sobrevivir a esto también”, destacó.

Hoy domingo se cumple el día 14 de la cuarentena, y los síntomas del coronavirus aún se manifiestan, por lo que le realizarán una entrevista telefónica desde la Seremi de Salud para definir si pasa a la etapa de paciente recuperado o se extiende por más días su cuarentena obligatoria.

“Mañana (hoy) cumplo 14 días pero lamentablemente mis síntomas no bajan, y eso me desanima porque pensaba para esta fecha estar súper bien y no es así”, dijo.

Estado de shock

Cuatro días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y cuatro días de hospitalización en un centro de salud privado pasó Patricio Torres, coordinador de Salud Familiar de Quillón, quien contrajo el Covid-19 el 13 de marzo en una reunión del Servicio de Salud Ñuble. El virus desencadenó una neumonía que hoy día lo mantiene en aislamiento total y en recuperación en una vivienda.

“Esta fue una situación del antiejemplo que podemos tener respecto de cómo actuar frente a una pandemia. Me contagié con 22 personas más por una acción absolutamente irresponsable de parte de quien tiene que cuidarnos la salud, que es el propio Servicio de Salud. Frente a una convocatoria formal que pudo ser equivalente a cualquier otra, pero que nunca tuvo en consideración que el 5 de marzo estábamos en la emergencia sanitaria declarada”, aseveró, agregando que el encuentro no tuvo el mínimo de los resguardos para evitar contagios.

Posterior a la reunión, Patricio comenzó a presentar los síntomas del coronavirus, por lo que acudió a una clínica a realizarse el examen.

“Después del momento del contagio, los primeros cinco días la verdad no sentía nada, los cinco días siguientes tuve una pequeña molestia asociada a dolores musculares, el día décimo empecé con una tos muy fuerte que se prolongó en aumento los días 12 y 13 y 14 luego del contagio, eso significó que tuve que ir al médico, hacerme exámenes de sangre, radiografía, y eso arrojó una insuficiencia respiratoria, en aumento posteriormente en los días 15 y 16 después del contagio, y en la clínica Biobío es donde me hacen nuevos exámenes y ven que tengo ambos pulmones inflamados por el covid-19”, recordó.

Los médicos le indicaron que su cuadro de salud concordaba con coronavirus, lo que fue confirmado por los resultados del examen de covid.

“Mi condición era muy frágil y me tuvieron que conectar a una máquina de oxígeno con riesgo de paro respiratorio por lo que subo a la UCI, y cuando estaba en plena UCI me confirmaron el virus”, dijo el coordinador.

Luego que su salud se estabilizó, Torres se trasladó a una vivienda, la que es habitada solo por él. Su familia deja en la entrada del domicilio alimentos e insumos que pueda necesitar.

“Estoy solo en una casa con monitoreo médico, en una evolución de 15 días se espera podamos tener ya una condición más favorable. Por ahora, la recuperación es en casa y prescrito el reposo absoluto y aislamiento total”, destacó.

Describió padece un estado de shock, pues nunca imaginó que se contagiaría en un servicio que tiene como principio fundamental velar por la salud de las personas.

“Esto es un shock, una condición muy fuerte porque me contagio donde menos debía haberme contagiado, logro finalmente ser afectado con riesgo vital por una acción negligente del Servicio de Salud Ñuble, del que no he tenido ninguna respuesta, solo la seremi llama cada cierto tiempo para consultar la evolución, pero nada más”, subrayó.

Leer prensa nacional e internacional, así como estudios científicos lo han ayudado a sobrellevar el confinamiento.

Torres lamentó que las personas aún no tomen conciencia de los riesgos del coronavirus, y asegura que los actos de quienes han sido irresponsables pasarán factura en las próximas semanas.

“No hay medida de salud pública que funcione si la gente no hace su parte, y es escandaloso ver que incumplen el toque de queda, y lo que es peor, que un grupo de personas incumplan la cuarentena. Los efectos de estas conductas irracionales los vamos a ver en los próximos 12 días y 22 días, vamos a poder constatar que cuando no tomamos las medidas oportunas vamos a provocar una mayor demanda al sistema de salud, y en ese contexto, aumentarán los fallecidos, no porque no hayamos tomados las medidas, sino porque actuamos indiferente frente a nuestro autocuidado”, aseveró.

Texto: Susana Núñez / Antonieta Meleán

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