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Obras de riego

Archivo La Discusión

El desarrollo agroalimentario de Chile y naturalmente de la Región de Ñuble requiere de una gran voluntad y visión política, y por lo mismo, mejorar la infraestructura de riego debería ser el principal desafío de autoridades y agricultores. Lamentablemente, el camino ha sido muy lento y nos hemos ido quedando atrás, sobre todo en obras de acumulación.

En Ñuble, proyectos hay varios, pero hasta ahora los únicos que han avanzado un poco han sido Zapallar y Chillán, pero ambos están en etapas de estudio aún. Mientras tanto, el embalse Punilla, la obra estrella hace 4 años, se difumina cada vez más, en un eterno retorno a la decepción y a la incertidumbre.

La última sentencia la dio el ministro de Obras Públicas, Alfredo Moreno, en su reciente visita a Ñuble, el 29 de enero. En entrevista con LA DISCUSIÓN, el secretario de Estado reconoció que no se podrá cumplir el compromiso asumido por el Presidente Sebastián Piñera, el 20 de agosto pasado en Chillán, de destrabar (en seis meses, es decir, el 20 de febrero próximo) el proceso de término anticipado del contrato de concesión del embalse La Punilla con la empresa Astaldi, lo que permitiría volver a concesionar esta obra o iniciar su construcción, financiada directamente por el Estado. Pero la comisión arbitral aún no se pronuncia, ni lo hará por un buen tiempo, puesto que todos los procedimientos están suspendidos, mientras se mantenga el Estado de Catástrofe. Y una vez levantado, se tomará entre 6 meses a un año en resolver el diferendo. En síntesis, terminará este gobierno, y la Punilla estará en el mismo punto que hace 4 años.

De hecho, si su construcción hubiese comenzado en 2017, como estaba originalmente previsto, hoy estaría muy cerca de llegar a su fin, abriendo enormes posibilidades de desarrollo a toda la zona norte de Ñuble, potenciando su vocación agroindustrial.

Pero esa vocación no es excluyente de la provincia de Punilla; hay otros territorios que también requieren más agua, lo que supone construir otros embalses y obras de riego, en general.

El problema, como suele ocurrir en muchas otras materias, es que los recursos no alcanzan para todos, lo que ha abierto el debate respecto a que si el Estado debe abordar el financiamiento íntegro de los proyectos de riego, o si se debe apostar por incluir capital privado; y es ahí donde La Punilla se convierte en un mal ejemplo y una referencia de lo frágil e inestable que resultó ser el modelo de concesiones.

La Punilla seguirá su curso administrativo -y judicial probablemente- y ojalá se resuelva rápido, pero no es la única obra de riego en Ñuble que espera ser construida y, por lo tanto, es deber de las autoridades y de los parlamentarios gestionar ante el nivel central un vigoroso plan de inversión pública para obras de riego de menor y mediana envergadura, que están repartidas por diferentes puntos de la región y pueden tener un gran impacto en la pequeña y mediana agricultura. Hay que entrar en modo reactivación y no hay otra manera de hacerlo que con inversión pública e infraestructura atrasada, de la cual hay mucha en Ñuble, sobre todo obras de riego.

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