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Nuevos edificios en céntricos barrios chillanejos transforma la vida de vecinos

El 2019 fue un año marcado por el crecimiento en altura de Chillán.

La irrupción masiva de edificios para departamentos ha traído consigo una serie de factores que han impactado en el entorno urbano. En la actualidad, son 14 los edificios que están confirmados para el centro de Chillán. Dentro de los proyectos, la mitad se encuentran contemplados dentro de las principales cuatro avenidas de la comuna.

Para la concreción de estos proyectos, las empresas a cargo han concretado la compra y demolición de viviendas y terrenos para levantar sus edificaciones.

El interés de las inmobiliarias es motivado por una paulatina demanda y nichos comerciales atractivos, como el segmento de departamentos céntricos de poco metraje (hasta 2 dormitorios) orientados a la inversión, lo que constituye es un fenómeno nuevo en Chillán.

“Hemos notado que en el mercado de departamentos ha surgido un nicho de inversión en la zona pericentral o centro, en donde hay productos de 2.400 UF aproximadamente, y entre cuatro proyectos de edificios se venden 32 unidades acumuladas mensuales”, explicó a LA DISCUSIÓN Alejandra Gaete, jefa de Research de la consultora BMI.

La experta, además, sostiene que Chillán como capital regional abrió el interés del sector por construir.

“El foco inversionista no se estaba dando años atrás, pero ahora aparecen estos productos típicos de las capitales regionales y que se dan en Concepción, Temuco y Puerto Montt, por ejemplo, departamentos con poco metraje, alta demanda y rápida velocidad de venta”, comentó la profesional.

Nueva realidad

En un recorrido por barrios céntricos, vecinos aledaños a las construcciones que permanecen en el sector, comentaron lo que ha significado convivir a pocos metros de distancia con construcciones de tal envergadura.

En calle Itata 567, entre Arauco y 18 de septiembre, se torna visible el avance de las obras de edificación en un sector donde persisten viviendas residenciales y locales habilitados en ese tipo de residencias. María de Los Ángeles Lagos, quien vive en el sector desde el 2000, comentó lo que ha significado colindar directamente hacia el lado con un edificio: “Cuando uno compra aquí uno nunca piensa que te van a construir un edificio al lado. De un día para otro nos cambió la vida en el sentido del ruido, de la privacidad; porque la parte de ventanas del edificio da directo a mi casa. Desde que están trabajando los maestros no hay ninguna privacidad. Yo tuve que adecuarme a las circunstancias porque ellos no han hecho nada. Tuve que poner un techo momentáneo de malla rachel en mi patio. Las propiedades se van afectando por los movimientos y vibraciones. Se sintieron temblores diarios. Ellos se comprometieron a subsanar daños en casas que se vieron agrietadas por estas vibraciones. Espero que sea así”.

A su vez, cuenta que afectó su planificación y no descarta la venta: “Sinceramente al principio me achaqué harto con el tema. Al final trato de ver el lado positivo, porque no se puede luchar con este desarrollo que va a empezar en todas las cuadras. Es algo que iré viendo, si veo que no me resulta y vivo mal acá por una serie de cosas como privacidad, ruido, etcétera; yo entraría a vender la propiedad. Lo vendería por un lado comercial, porque estando al lado de un edificio donde quizás va a ganar. No como casa habitación. Como particular se desvaloriza la casa, porque como un particular no tengo ningún beneficio al tener un edificio al lado. Pero, por el lado comercial sí tendría beneficios. Pero todo esto jamás lo pensé antes de que se instalara el edificio. Ésta era mi casa que yo había comprado y que para mi iba a ser de por vida y que yo estaba arreglando”, cerró.

Ubicado en calle 18 de septiembre 320, entre Vega de Saldías y Bulnes se levanta otro de los proyectos en altura en el sector. Ana Sepúlveda tiene 82 años y vive frente a construcción por calle Vega de Saldías: “Vivo hace 50 años acá. Me he visto afectada con el ruido, transitar de camiones, etc. No pienso en moverme de aquí, ni vendiendo ni arrendando. Como desventaja creo que se pierde privacidad. En beneficio, creo que habrá locales comerciales con el mismo edificio, aunque eso no me va ni me viene”.

Sobre el crecimiento en altura de la ciudad, comentó: “No me gusta el sistema y encuentro que están destruyendo Chillán con tanto edificio. Me parece el colmo que se haya puesto un edificio frente a la casa donde he vivido tanto años. Es una mala suerte. Me da pena ver la construcción y como cambia el sector. Han echado a perder el centro de Chillán, está asqueroso, cuando era tan agradable”.

En etapa inicial se cuentan las obras de un edificio en Arauco 861, entre calles Maipón y Arturo Prat.

Rolando Müller tiene una propiedad al lado derecho del sector donde se edificará el proyecto: “Todo edificio trae consigo problemas de congestión de vehículos, consumo eléctrico; donde no sé cómo van a responder las redes, también de agua potable y con los alcantarillados. El edificio será de 19 pisos y el sistema de alcantarillado del sector tiene por lo menos unos 40 años por lo que yo tengo entendido. Con el edificio hay una gran pérdida de privacidad; ya que se pierde la privacidad del patio y de sectores abiertos. Por otro lado, en invierno el edificio va a ensombrecer el sector, ya que no tendremos la caída del sol”.

Ante la consulta sobre si piensa vender su propiedad, que además mantiene como consulta dental, comentó: “La gente está acostumbrada al lugar, es difícil cambiarse. Sin embargo, si la cosa se hace intolerable y se pierde mucha calidad de vida va a haber que hacerlo. Es algo que hay que ir evaluando con el tiempo. En cuanto a barrio, me gustaba mucho más el barrio tranquilo con casas. Chillán tiene un estilo arquitectónico característico que se va a perder. Yo lo veo como una pérdida, tomando en cuenta de que todas las casas bajas del centro perderán su privacidad. Creo que debiese haber un plan regulador más severo en zonas patrimoniales y en la cantidad de pisos permitidos”.

Cambios radicales

Claudio Martínez, arquitecto, comentó sobre la irrupción de los proyectos inmobiliarios en sectores tradicionales del centro. “La construcción en altura, sin límites, como lo permite el actual plan regulador en el centro de Chillán, evidentemente acarreará un cambio radical en la calidad de vida. Especialmente a los vecinos inmediatos y al entorno. Esto es porque es muy posible que se produzcan ‘conos de sombra’ que van a condenar a los que nunca más le dará el sol; lo cual afecta directamente la calidad ambiental de dicha propiedad. Luego, como se ha anunciado, se están construyendo departamentos con una irrisoria superficie que provocará una densificación desmesurada. La gente no cabe dentro de los departamentos, por lo que comienzan a apropiarse del espacio público, alterándolo severamente. La construcción de torres, que va a ir cambiando la morfología de la ciudad, significará una cantidad no regulada de nuevos habitantes, mayor congestión, mayor contaminación y un decaimiento de la calidad del espacio público”, explicó.

El profesional entregó su visión sobre el desarrollo urbano actual: “Similar a lo que sucedió a Estación Central en Santiago, pasa algo que está ocurriendo en Chillán: la especulación inmobiliaria y la sobrevaloración de predios y casas. Cuando se produce eso hay efectos perversos, ya que la gente descuida sus viviendas pensando que tienen un gran valor comercial y se produce un deterioro del centro de la ciudad. Lo deseable es modificar el plano regulador, densificar la ciudad de manera moderada y que no afecte los edificios de carácter patrimonial que abundan en la ciudad. Quien tiene la potestad es la municipalidad por iniciativa del alcalde o puede ser modificada por Minvu. Estamos ante un desafío y una disyuntiva. La construcción en altura no significa modernidad”.

Texto: Javier Figueroa

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