La pandemia del coronavirus ha descolocado todo y aún no lo asimilamos por completo. De hecho, todavía seguimos un poco aturdidos, sin embargo, después de un año vale la pena hacer la pausa y pensar qué aprendizajes nos deja esta crisis y cómo influirá en nuestra vida futura.
La parálisis de buena parte de las actividades económicas en 2020 y las medidas restrictivas y de confinamiento empujaron cambios en distintos aspectos de las operaciones de las empresas, tanto en Chile como en el resto del mundo. Millones de trabajadores en el país desempeñaron sus funciones desde la casa, mientras que los negocios de todos los tamaños incorporaron inversiones en tecnología, fortalecieron su comercio electrónico, desplegaron ventas a domicilios y transformaron sus prioridades.
Hoy, el avance en la vacunación y el levantamiento de la mayoría de las restricciones, entre otros factores, están impulsando un retorno a la “normalidad” en el sector privado. Según la encuesta Pulso Empresarial, mientras hace un año solo el 45 % de las empresas del país reportaban operaciones normales, este nivel es hoy del 82%. Aún no es tan claro que este regreso a la prepandemia cubra todas las esferas de la actividad empresarial.
De hecho, dentro del sector privado existen prácticas y hábitos cuyas transformaciones drásticas durante la pandemia y los confinamientos no solo deberían mantenerse, sino que podrían institucionalizarse. La masificación forzada del trabajo en casa constituye uno de esos cambios que podrían integrar la “nueva normalidad”. Las empresas tuvieron la oportunidad de comprobar qué procesos y responsabilidades pudieron desarrollarse sin presencialidad y con productividad.
El teletrabajo ha demostrado ser una alternativa válida y financieramente sensata para consolidarse después del covid-19. Cientos de miles de empleados chilenos han aprendido a cumplir con sus responsabilidades en la virtualidad, definido criterios para la alternancia con la presencia física, ahorrado tiempo en tacos y experimentado mejoras en su calidad de vida.
Asimismo, los directivos empresariales han visto que sus operaciones requieren menos viajes y desplazamientos costosos, menor espacio de oficina, y sus gastos asociados, más transformación digital, más comercio electrónico y ventas domiciliarias, y menos reuniones largas e innecesarias. Al tiempo, les ha confirmado a los empleados los retos de equilibrar trabajo y familia en la virtualidad, la importancia de la salud y el cuidado y el valor de pasar más tiempo con sus familias.
Sería un craso error para dueños y ejecutivos de las empresas, implementar un regreso idéntico al de la prepandemia. Estos constituyen una ventana de oportunidad para rediseñar los entornos laborales y las funciones empresariales con mayor énfasis en la productividad, la flexibilidad, la digitalización y una estructura más razonable de los costos de finca raíz, viajes y reuniones. Valdría la pena tener en cuenta este nuevo modelo híbrido de trabajo, con ventajas para el empleado y beneficios para el empleador.
