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Nuestra vocación

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No hay duda que la Región de Ñuble seguirá asociada a una larga tradición agrícola que le ha permitido generar riqueza y una identidad cultural que la diferencia con claridad, y a la que ahora deben sumarse la sustentabilidad como factor estratégicos de primer orden.

El siglo XXI plantea el desafío de contar con sistemas alimentarios sostenibles que no degraden el ambiente natural, ni amenacen a los ecosistemas y a la biodiversidad, porque nuestro abastecimiento futuro depende de ellos.

La producción global de alimentos ocupa un 25 por ciento de la superficie habitable, un 70% de consumo de agua, produce un 80% de deforestación y un 30% de gases de efecto invernadero. Es, por tanto, una de las actividades que más afectan a la pérdida de biodiversidad y a los cambios en el uso del suelo.

Esa información ha generado conciencia en todo el mundo y está llevando a las personas a elegir aquellos alimentos cuyo impacto en el ambiente sea menor, incentivando la adquisición de productos orgánicos y los generados en mercados locales, donde se requiera menos transporte y, por lo tanto, se produzca una menor contaminación.

En Ñuble ya se conoce la huella hídrica de cerca de 20 productos agropecuarios e igual como hoy un consumidor está dispuesto a pagar más por un producto que tiene baja huella de carbono porque está ayudando a neutralizar el calentamiento global, lo mismo está empezando a ocurrir con la huella hídrica, que mientras más baja es, mayor es el valor que agrega a los productos.

La agricultura actual es cada vez más competitiva y se enfrenta a mercados internacionales exigentes donde Ñuble puede insertarse exitosamente, si su producción de alimentos adscribe a procesos de bajo impacto ambiental en todos los eslabones de la cadena, desde el uso del suelo y el agua, hasta el envasado y transporte.

Está demostrado que esta secuencia virtuosa no solo permite la conservación ambiental de los ecosistemas y sus recursos, sino que potencialmente puede mejorar la rentabilidad de la actividad agrícola, la generación de riqueza y los salarios.

En síntesis, es el momento que los agentes productivos locales reflexionen acerca de cómo debería ser un sistema alimentario competitivo y sostenible, qué acciones podrían emprenderse para mejorar nuestras modalidades actuales de generación y uso de alimentos, y cómo aprovechar mejor los recursos productivos.

En Ñuble hemos sido testigos de procesos de reconversión de muchos cultivos tradicionales de baja rentabilidad y también de una fuerte dosis de manejo tecnológico e inversión en infraestructura de riego, a fin de hacer más eficiente el uso del agua. La expansión de distintas especies frutícolas es la responsable de que el suelo regado en Ñuble se haya revalorizado significativamente, desplazando también otras actividades como la ganadería y la producción de forraje, e inhibiendo el avance de las plantaciones forestales.

La pandemia del coronavirus, que tanto sufrimiento y frustración nos ha causado, también ha puesto en primer plano nuestra vocación agroalimentaria y la oportunidad real para plantearse éstas y otras preguntas de cara al futuro de la Región.

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