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Muy poco que celebrar y mucho por hacer

En maratónicas jornadas, el Senado y la Cámara de Diputados dieron su aprobación a la opción de retiro del 10% de los fondos de pensiones de los afiliados. Con una audiencia sin parangón en los canales de señal abierta donde se transmiten las sesiones de ambas Cámaras, la población siguió muy atenta el desenlace de la discusión parlamentaria.

El peso de la gravedad de la emergencia sanitaria inclinó la balanza para aprobar mayoritariamente el proyecto de reforma constitucional. Los casi 340 mil contagios y los 9 mil fallecidos por causa del Covid-19 son una razón más que suficiente para opacar el importante apoyo que recibirán millones de hogares si es que se promulga la ley. Pero no es la única razón. El daño que la medida va a significar en los montos de la pensión de vejez de los cotizantes no hace más que confirmar que pocos motivos existen para celebrar y muchas tareas pendientes que realizar.

La primera, es reformar el actual sistema de pensiones por un sistema de seguridad social. La capitalización individual en el sistema financiero ha mostrado rentabilidades notables en las planillas de cálculo, pero se ha transformado en un problema gravísimo para la población pasiva. Ya sea porque las remuneraciones son bajas, el porcentaje del ahorro es insuficiente, el ingreso tardío al mercado laboral, las lagunas previsionales o los parámetros utilizados en la fórmula del cálculo de la pensión promedio mensual, el promedio de la pensión de vejez es extremadamente baja. La población activa al momento de jubilar se ubica en torno a las 5UF, es decir, menos de 150 mil pesos. Con una expectativa de vida pasiva de 20 años para los hombres y 30 años para las mujeres, no es difícil imaginar la precaria calidad de vida de una población que más del 50% de dicho ingreso lo debe destinar a remedios.

La segunda, es reactivar con fuerza la economía para tener los recursos necesarios que permitan financiar el nuevo sistema de seguridad social. Sin crecimiento económico es inviable pensar en mejorar la calidad de vida de nuestros pensionados.

Se requiere atracción de inversión extranjera directa para estimular la agregación de valor a las materias primas que el país genera en abundancia; se requiere aumentar la calidad del mercado a través de mayores salarios y disminución de la informalidad; se requiere aumentar la propensión marginal de los hogares a la autosuficiencia ecológica y alimentaria; se requiere aumentar la capacidad de ahorro, entre otras medidas.

¿Cómo se logra? Generando una sociedad de personas que puedan acceder a oportunidades, que estén interconectadas y estén dotados de capacidades para alcanzar un alto nivel de competitividad. Avanzar hacia una población con dichas características, requiere de una fuerte y reconocida institucionalidad y un involucramiento sin restricciones del Estado para sostener las condiciones necesarias para que surja una verdadera sociedad de oportunidades.

Para este cometido, se requieren liderazgos territoriales autónomos e interconectados, que sean capaces de descubrir las oportunidades que el entorno mediato pone a su disposición y de una red de profesionales comprometidos, cuya proactividad permita capitalizar las oportunidades para beneficio y goce de la comunidad. Es decir, se requiere mucho trabajo.

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