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Mauro Magnasco: “No hemos transmitido la importancia de proteger la industria”

En 2015, Mauro Magnasco Ghirardelli (36) se instaló en Chillán para hacerse cargo del negocio familiar, la productora y exportadora de frutas El Torreón Export, ubicada en la homónima localidad de San Carlos, donde cuenta con 66 hectáreas de arándanos y 77 hectáreas de manzanos, cuya producción embala y exporta a Estados Unidos, China, Europa, India y Latinoamérica.

La empresa, que anualmente cosecha 5-6 millones de kilos de manzanas y 600-800 toneladas de arándanos, es reconocida por sus buenas prácticas, entre las que destaca su campaña de concientización en la comunidad sobre la importancia de erradicar la plaga de Lobesia botrana en arándanos, fue visitada en junio pasado por el ministro de Agricultura, Antonio Walker, junto a autoridades regionales.

Diseñador integral de la PUC, trabajó en el departamento de Marketing de Puma Latinoamérica, donde llegó a ser gerente de marketing digital regional. En esa época, hizo un MBA proyectándose para el escenario en que tuviera que hacerse cargo de la empresa, de la que hoy es gerente general.

“Soy la tercera generación a cargo de este campo. Todo partió en 1969, cuando mi abuelo, Óscar Serrano Lahera, que era el dueño de la Importadora Ñuble, en Chillán, comenzó a producir frutas en El Torreón. Mi padrastro, Enrique Serrano López de Heredia, quien me crió desde los diez años, heredó en vida el campo en los setenta, lo administró y compró más tierras, y aumentó de 200 a 450 hectáreas, creó el packing de manzanas, creó la exportadora en 2002, lo que permitió exportar su propia fruta y ahí se produce un salto importante, porque se convierte en un negocio internacional. Antiguamente producir fruta era un negocio más complicado, porque había menos exportadores, y los que existían eran más grandes y eran un poco más leoninos los contratos, entonces, mi padre en algún momento se aburrió de las condiciones de las exportadoras. Luego, en 2007 plantó los primeros arándanos, y también teníamos kiwis orgánicos”, relató Magnasco.

Confesó que “yo nunca me involucré mucho, de profesión no tengo nada que ver con agronomía. En 2011 me independicé, me dediqué a la consultoría en marketing digital en Santiago”, sin embargo, recordó que su padrastro falleció en 2013, “y con mi madre quedamos a cargo de su empresa y el 2015 me comencé a involucrar de manera importante. Ese mismo año construimos el packing de arándanos, y desde ese año que nosotros embalamos y exportamos arándanos, junto con las manzanas y los kiwis”.

-¿Ya no tienes kiwis?

-No, los tuvimos que arrancar hace cuatro años, debido a la plaga de PSA. Dimos la pelea cuatro años, pero la enfermedad debilita mucho la planta y baja su capacidad productiva, entonces, los márgenes se achican dramáticamente, y como la enfermedad no tiene cura, lo único que se pueden hacer son tratamientos, pero los volúmenes disminuían año a año, y ya no generaba utilidades.

Lobesia botrana

-¿Y también ha sido difícil la plaga de la Lobesia botrana en arándanos? ¿De qué manera les han afectado las restricciones de Estados Unidos a ustedes?

-Sí, el problema es que no se pueden exportar arándanos de primera calidad a Estados Unidos porque con la exigencia de fumigación hay que quebrarles la cadena de frío, y eso daña la calidad de la fruta, entonces, lo que exportamos a EE.UU. siempre es visto como un arándano de mediana calidad.

-Pese a que los arándanos chilenos tienen un prestigio de calidad…

-Chile, por las características de clima y suelo que tiene, produce los mejores arándanos.

-¿Esto ha castigado mucho el precio?

-Sí, eso por un lado, y por otro lado, la competencia internacional. Hace hartos años que el arándano es un negocio de muy buen margen y con los años ese margen ha ido decreciendo dramáticamente, entonces, cuando se aprieta mucho se nota más la diferencia de precios.

-¿Cómo evalúas la estrategia de control implementada por el SAG contra la Lobesia?

-Creo que en algunas áreas ha sido insuficiente, falta mucho trabajo de concientización de las comunidades. Ahora bien, es muy fácil echarle la culpa al Gobierno, pero estamos todos pecando un poco de silenciosos, porque la gente con suerte sabe que existe la plaga.

-La estrategia de control ha puesto especial énfasis en los parrones urbanos. ¿Cómo ha sido la experiencia de ustedes?

-Por lo que entiendo, las capturas son generalmente en las concentraciones urbanas o en los poblados. La polilla no es difícil de matar, basta con usar insecticida, el tema es que hay que hacer el trabajo. Entonces, sin ser una misión imposible se ha hecho cada vez más difícil erradicarla.

-Pero en este caso hay que convencer a los vecinos de actuar por un bien colectivo, lo que es más difícil.

-Exactamente, por eso yo creo que hemos pecado de silenciosos, porque no le hemos transmitido a la gente la importancia de proteger la industria que hoy alimenta a tantas familias, la agricultura es uno de los sectores más grandes de la economía chilena; Chile era el segundo productor mundial de arándanos y que esa industria se vea amenazada por una polilla parece un poco ridículo, porque no estamos hablando de una PSA que no tiene cura. Nosotros hemos hecho un trabajo súper dedicado de transmitir y concientizar a la gente que vive alrededor de nosotros. En nuestro caso, el campo donde nosotros producimos prácticamente envuelve un villorrio que se llama El Torreón, donde viven unas 700 personas, muchos de los cuales sostienen que ese villorrío ya no existiría de no ser por la empresa, porque hay una simbiosis súper importante entre la empresa y la comunidad, porque el bienestar de ambos está profundamente interconectado, y la gente cuida su pega. Hoy tenemos 43 trabajadores de planta y durante la cosecha de arándanos llegamos a ser entre 500 y 600 personas, incluyendo los huertos y el packing.

-¿Cómo los convences de apoyar?

-Bueno, básicamente el mensaje es que la empresa necesita tener utilidades para poder pagar los sueldos, para tener sentido comercial, y si no somos capaces se sobrevivir a esta guerra de los arándanos, la empresa eventualmente va a tener que quebrar o arrancar los arándanos y despedir a mucha gente. El mensaje es protejan las plantas para proteger sus empleos.

-¿Y cuándo comenzaste este trabajo de concientización en El Torreón?

-Empezamos hace tres años, pero al principio a través de la gente que nosotros empleábamos, y este verano por primera vez hicimos una charla a la gente de El Torreón. En esa reunión nos apoyó el SAG y tuvo muy buena acogida por parte de la comunidad. Pero creo que es un trabajo que todavía no se ha terminado.

-¿Ustedes se podrán ver beneficiados con el System Approach para exportar arándanos a EE.UU. sin fumigar? ¿El predio está libre?

-Nosotros estábamos denominados como una zona libre de riesgo, y el año pasado perdimos esa clasificación gracias a que hubo seis capturas en el villorrio El Torreón, lo que para nosotros fue muy decepcionante.

-¿Eso significa que en la temporada que viene no podrás exportar sin fumigación?

-No necesariamente, en la medida que no se registren capturas, no.

-¿Y cómo se están preparando?

-Bueno, lanzamos una campaña de concientización hace algunos días, es el primer paso sólido de la preparación para la próxima temporada. Nosotros, en cada charla que hacemos, le pedimos a la gente que contribuya. La petición más dolorosa que le hacemos a la gente es que arranque sus parrones, que son parte de la cultura rural, y de esa forma reducir a cero el riesgo. La segunda medida que les pedimos es que ellos mismos hagan aplicaciones de control e incluso nosotros hemos hecho aplicaciones financiadas por la empresa, vamos a las casas y les pedimos permiso para fumigarle sus parrones, y en general, hemos tenido buena respuesta, pero de manera insólita nos hemos encontrado con gente que no ha dejado que fumiguen sus parrones, lo que es un egoísmo inexplicable.

-Y si logras exportar sin fumigación esta temporada, ¿cuánto crees que aumentará tu rentabilidad, dejando de lado las demás variables?

-Yo creo que podría mejorar un dólar el kilo en el caso de los convencionales, y en el caso de los orgánicos, la diferencia podría ser incluso de tres dólares por kilo.

-¿Tú no estás exportando orgánicos?

-Yo no estoy exportando orgánicos precisamente por esto, esta ha sido una de nuestras limitantes estratégicas, porque la fumigación le quita su calidad de orgánica a la fruta. Para nosotros, integrarnos hacia lo orgánico es una realidad, antes exportábamos kiwis orgánicos, pero el tema es que desgraciadamente se paga en mercados muy de nicho, en Europa y en China, y en este último país es muy bajo. Entonces, no se justifica mucho incremento en el esfuerzo y en el riesgo que significa producir orgánico.

Diversificación

-A partir de lo que está ocurriendo con el aumento de la producción de arándanos peruanos, ¿cómo proyectas la próxima temporada? ¿El arándano dejó de ser la niña bonita?

-Efectivamente. El panorama es peligroso, todos los años Perú anuncia que va a producir más fruta, y mientras más abastecen al mercado, más bajan los precios. Además, como tienen un clima muy estable, ellos controlan la fecha de cosecha a través de la poda, lo que nosotros en Chile no podemos hacer, entonces, ellos se han interlapado con nuestra temporada de cosecha de manera importante y estamos abasteciendo los mercados simultáneamente, son una competencia muy directa y siguen creciendo.

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-¿Y qué harán ustedes? ¿Se van a diversificar?

-Por eso mismo nosotros estamos diversificándonos. De hecho, hace un rato que estamos bajándole la importancia al arándano dentro de la empresa, no estamos invirtiendo en plantar más, la última vez fue hace 4 años, en que agregamos 16 hectáreas y que esta temporada las vamos a cosechar por primera vez; hoy las fichas las estamos poniendo en otras cosas. Además, este año hicimos una inversión súper importante en una línea óptica en el packing de arándanos, que es una seleccionadora de arándanos que está en la punta de la tecnología en lo que se refiere a óptica, y con esa máquina nosotros nos proyectamos a prestarle servicios a terceros, este año estamos apostando por procesar y exportar arándanos de productores locales, aprovechando la capacidad subutilizada de nuestra planta y nuestra experiencia en el rubro y en la exportación.

-¿En qué otros frutales están invirtiendo?

-Nosotros tenemos plantas de cerezos reservadas para plantar el próximo año, son unas 20 hectáreas. Estamos haciendo el proyecto de riego, el trabajo de suelo, etc. Y por otro lado, creamos una división agrícola de la empresa, en que nos dedicamos a producir cultivos anuales en colaboración con otras empresas, que es otra veta del negocio que tiene un margen razonable en comparación con el esfuerzo que involucra. Por un lado, podemos trabajar con semilleros que necesitan multiplicar su semilla, y eso lo hacemos harto, y son semillas con genética controlada; y por otro lado, también hacemos cultivos anuales como zanahorias, tomates, trigo, que son para el mercado nacional.

-Y aún cuentan con superficie disponible para seguir creciendo…

-Sí, lo que pasa es que el campo por muchos años ha tenido potreros no explotados y para poder explotarlos hay que contar con agua, por lo tanto, en los últimos años hemos construido dos pozos profundos que nos permiten contar con agua suficiente para hacer cultivos agrícolas, y además, invertimos en una retroexcavadora para redirigir canales y habilitar potreros. Hemos hecho un trabajo bastante exhaustivo de recuperación y este año aspiramos a sembrar 180 hectáreas de cultivos anuales.

Manzanas

-¿Y cómo se prevé el panorama para la manzana? ¿Es más estable?

-La manzana es un producto mucho más plano en términos comerciales, en el sentido de que el mercado maduró hace mucho tiempo, la manzana se puso de moda hace muchas décadas, por lo tanto, el consumo de la manzana es mucho más estable y la capacidad productiva del mundo no cambia dramáticamente año a año, y yo creo que eso es fundamentalmente porque es un negocio difícil y de bajo margen, entonces al empresario no le parece atractivo invertir en manzana siendo que existen otros cultivos más rentables y quizás con menos inversión, como el avellano europeo o los nogales, que son cultivos frutales mucho más fáciles, que se pueden cosechar mecanizados, que tienen una demanda de mano de obra mucho menor, que tiene mucha menos demanda en términos de la cadena de frío.

-¿Tú lo pensaste?

-Sí, pero no me he metido en ninguno de esos dos precisamente porque no me gusta sumarme a las modas, porque tengo el miedo de que se va a repetir un poco el fenómeno de los arándanos, en que te pones a plantar lo que está de moda y eventualmente cuando estés cosechando el mercado va a estar súper abastecido y el precio se va a caer. Pero sí estoy poniendo fichas en las cerezas porque, afortunadamente, se dice que Perú no tiene las condiciones climáticas para producir cerezas de buena calidad, entonces, por mucho que existan los capitales, la tierra y el incentivo gubernamental, es difícil que se conviertan en competencia tan directa como lo son en arándanos.

-¿Y por qué a pesar de sus desventajas tú continúas produciendo manzanas? ¿Es parte de una política de diversificación que aporta estabilidad a tu portafolio?

-Sí. Nosotros tenemos un factor diferencial importante, en el sentido de que tenemos un alto contraste térmico entre el día y la noche, y eso favorece mucho el color de la manzana, y una de las variables más críticas en el negocio de la manzana es el color, por lo tanto, mientras tú tengas un porcentaje alto de color en tu producción de manzana es probable que tengas rentabilidad; y por otro lado, además, nosotros somos exportadores autónomos, no tercerizamos el embalaje ni la exportación, por lo tanto, nuestro margen de la manzana viene más por el embalaje y la exportación que por la producción misma. Entonces, hoy los productores de manzana que no embalan ni exportan, por lo general, están arrancando su producción porque no tienen margen, y eso, aunque suene feo, a nosotros de alguna manera nos favorece, porque cada año hay menos manzanas. Eso nos hace la vida un poco más simple porque nuestra demanda por manzanas está mejorando, es lo que está pasando con los kiwis hoy, en que el precio en los últimos tres años ha subido consistentemente, precisamente porque en Chile se han arrancado tantos kiwis que la oferta ha disminuido y por lo tanto, la oferta se está estabilizando hacia arriba.

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