Dinámico e intenso. Contundente y corajudo. Efectivo y con temple.
El juego ayer de Ñublense, frente al que era el líder invicto de la B, Cobreloa, matizó rasgos que explican el alza en el juego del elenco de Jaime García.
Los diablos rojos de Chillán animaron el mejor partido en lo que va de la temporada, al mando del ex estratega de Santiago Morning, y superaron al prendido cuadro loíno que venía de golear a Wanderers.
La clave de la victoria chillaneja fue el alza en el juego individual de varias de sus piezas que cimentaron el mejor funcionamiento colectivo.
Vital en el equilibrio defensivo fue Jorge “Coke” Orellana, trascendental en la dinámica, hasta que le duró el físico, Federico Mateos, creativo, provocador e improvisador el venezolano Johan Moreno, incansable Escalante, punzante y efectivo Pinto y luchador Pérez.
En defensa, más allá dos errores puntuales, en el que Lazcano mostró fragilidad defensiva y Vargas cometió penal, el bloque posterior supo aguantar el bombardeo de los zorros del desierto que jamás bajaron los brazos.
Como expresión de espectáculo fue un partido de alto vuelo, desatado, aplaudible por su dinámica, transiciones con hambre de gol y las conversiones que dieron vida a un carrusel de emociones.
Mérito también del entrenador Jaime García que leyó bien la estrategia de Cobreloa, que buscó mucho el pelotazo cruzado o largo, y que en defensa dejó espacios imperdonables que Ñublense supo aprovechar.
La respuesta física y mental del equipo chillanejo también mejoró y cimentó un triunfo sufrido, pero ampliamente merecido.
Tras un comienzo catastrófico, que parecía condenar a Ñublense a pelear el descenso, el arribo de Jaime García le dio a Ñublense seguridad defensiva al equipo, carácter para luchar cada pelota como si fuera la última, una dinámica infernal para correr de principio a fin y contundencia para sellar triunfazos inolvidables como el de ayer ante Cobreloa.