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Los rostros detrás de la “ruta de la sequía” en Ñuble

Este viernes, el Gobierno lanzó la campaña “Chile se está secando”, con la que pretende incentivar el cuidado del agua debido a la sequía que enfrenta el país y el mundo. Ñuble, región reconocida por su productividad agrícola, no es la excepción. Sin embargo, en conjunto con la falta de agua para esta actividad, existe otro gran tema: la falta de agua potable, elemento básico para la vida diaria. De las 18.111 personas que reciben agua potable de forma periódica, a través de camiones aljibes, Ninhue (1.951) y San Carlos (1.810), son las comunas con más personas afectadas por la falta del recurso.

Según recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el acceso óptimo de agua potable para subsanar todas las necesidades de una persona en un día, es de 100 litros. A su vez, según la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) los chilenos gastamos -en promedio- 170 litros de agua al día. Lejos de eso están miles de ñublensinos en sectores rurales de Ninhue y San Carlos; como lo son Coipín, Trilico y Montecillo Agua Buena, en donde numerosas familias se las arreglan para vivir con alrededor de mil litros por semana.

Ninhue

Senovia Garrido (79) vive en Coipín, sector rural que pertenece a Ninhue, ubicado en el límite con San Nicolás. Habita en el sector desde el terremoto del año 2010 en compañía de cinco familiares, incluido un niño de tres años. Tiene sistema para recibir agua potable en su casa; sin embargo, confiesa que solo funciona una hora al día, de 9 a 10 de la mañana. Recibe agua de camiones aljibes una vez por semana, todos los miércoles.

En compañía de su hija Claudia Lagos, comentan las dificultades que la sequía ocasiona: “Nos llenan dos recipientes (apunta un contenedor de mil litros, entregado por la Municipalidad de Ninhue, y uno más pequeño)”. Mientras observa la hectárea y media que posee, afirma que “todo está completamente seco. Acá no puedo plantar ni sembrar nada porque no tenemos agua; ni una huerta chica se puede hacer, para qué, para puro pasar penas. Hay que medirse con el agua porque si no, no alcanza”.

Claudia, en tanto, apunta su antejardín: “El agua nos dura porque tenemos que hacerla rendir nada más; las flores que tenemos se riegan de la naturaleza. Es muy poco, debería ser dos veces a la semana. Tenemos seis ovejas, a las que también debemos darles agua de la que nos vienen a dejar. Como también tenemos un niñito, en estas fechas le estamos echando agüita en un lavatorio para que pueda capear el calor. La sequía nos afecta también en lo económico, ya que podríamos sembrar y solo se vive con las pensiones que reciben mis papás”. Además, apunta a que el tema no ha recibido atención municipal: “El problema es que este sector está en medio de Ninhue y San Nicolás y entre los dos alcaldes se tiran la pelota. Pero cuando se hace política llegan todos”.

En conjunto, comentan que la sequía se evidencia hace años. Tanto así, que ni siquiera en invierno cuentan con agua potable en un tiempo continuo, ya que el APR (Sistema de Agua Potable Rural) de Coipín no da abasto para los 136 habitantes del sector. Afirman que Víctor Toro, alcalde de San Nicolás, prometió agrandar el pozo que nutre de agua al sector, en lo que espera les entregue la solución para que sea su último verano sin agua potable.

Anselmo Garrido (64) vive hace 40 años al otro extremo de Coipín, junto a su esposa. A diferencia de Senovia y su familia, Anselmo tiene pozos para abastecer de agua a su hogar y no recibe ayuda municipal. Nunca ha recibido agua potable. Además, da cuenta de cómo ha afectado la sequía al sector desde la vereda de la agricultura.

Mientras recibe la visita de sus hijos y sus nietos, se detiene a conversar desde su galpón, en donde conserva máquinas que hace años dejaron de ser usadas en siembras y cosechas. “Año a año se va viendo que la sequía ha hecho disminuir el agua. Tengo la suerte de tener la posibilidad de hacer pozos para abastecer mi casa y lo que ocupo de mi terreno. No recibo agua potable porque preferí darle mi cupo a otras personas que lo necesiten más que yo”, comenta Anselmo.

Junto con eso, asegura que debió cambiar de rubro: “Yo me dedico a la ganadería ahora, porque la agricultura está muy mala y ya no vale nada. Los insumos se vuelven cada vez más caros. No siembro nada de trigo hace unos 20 años, donde yo sembraba de 20 a 25 hectáreas, ahora ya no se puede porque no vale nada y no sembramos nada. La sequía ha afectado mi ingreso económico, porque lo que se produce no es lo mismo de antes. También tengo un par de viñas, pero con este mismo problema del agua se hace difícil. Este mismo año la uva crece chiquitita, porque no ha llovido tampoco. Se van viendo año a año las cosas malas y creo que seguirá siendo peor; no se ve buena la cosa. Lo único que nos quedará con el paso del tiempo es hacer puntera (pozo para obtener aguas subterráneas)”.

San Carlos

Ninhue conecta con San Carlos a través de rutas rurales, entre asfalto y ripio. Entre la unión de ambas comunas se encuentra Trilico, un pequeño sector en el que residen no más de cien personas, perteneciente a San Carlos. En ese sector se encuentra Juana Venegas (58), quien es dueña de casa en su hogar, el que compone junto a su esposo, su hija y su nieto pequeño. Actualmente recibe agua potable cada ocho días, desde que su pequeño pozo se comenzó a secar.

En la puerta de su casa, a un costado del recipiente en el que almacena el agua que recibe, conversa mientras su nieto juega con un balde con agua: “Acá nos recargan mil litros de agua cada ocho días y tenemos que hacerla durar para cuatro personas. Tenemos un pozo chico que nos da un poco de agua al día. Nos da en la mañana y luego se seca hasta el otro día. Entonces, hace unos dos años que mi hija fue a la Municipalidad de San Carlos a ver si nos podían dar agua, porque el pozo no daba el agua de antes. Prácticamente subsistimos con lo que se puede por el agua. Tenemos que saber hacer rendir el agua, no hay de sobra. A él le lleno un baldecito y se puede refrescar un ratito”, afirma Juana, mientras observa a su nieto.

“Este terreno tiene varias hectáreas, pero no hay nada sembrado hace años, porque no hay agua. Vamos a San Carlos a comprar, pero si tuviésemos para hacer nuestra propia huerta, tendríamos nuestra propia cosecha. Antes yo criaba pavos, patos y tenía mi huerta. Pero ya no tenemos nada de eso, todo es comprado”, añade.

Además, afirma no recibir información sobre soluciones: “Nos han dicho que hay proyectos, pero no se ha dicho ni se ha sabido qué pasará con nosotros sobre cuándo tendremos agua. Con el paso de los años es más difícil, porque con este calor ni una mojada podemos darnos ese gusto. Tampoco podemos hacer ninguna huerta porque hay que cuidar el agua. Yo creo que no se vienen muchas soluciones. No veo que se vengan tiempos mejores”.

Atravesando la ciudad de San Carlos se encuentra Montecillo, una pequeña localidad que cuenta con 90 habitantes. Allí vive José Espinoza (54), quien es temporero en las cosechas en sectores aledaños. Vive en compañía de su esposa y cinco familiares, con los que recibe agua todos los lunes y jueves de cada semana. Además, cuenta con un pequeño pozo; sin embargo, este le entrega solo agua contaminada, la que no puede ser usada en actividades domésticas.

Invita a ver su patio, en donde tiene alrededor de 50 plantas de frambuesa, las que se están totalmente secas. Mientras saca algunos pequeños frutos, conversa: “Nos llenan alrededor de mil litros, pero el agua también dura poco y hay que estarla cambiando, porque queda pasada a plástico. Como nos recargan agua dos veces por semana nos alcanza bien. Tengo 1.300 metros en total, pero está absolutamente seco. Plantamos estas frambuesas, pero con suerte crecieron unas chicas, por falta de agua. De animales tampoco ni hablar, apenas tenemos unos perros que viven con nosotros”.

Montecillo tiene en su sector una lechería y una chanchería a no muchos metros de distancia entre sí. José afirma no aguantar los olores de la chanchería en verano y comenta los problemas que la lechería le ocasiona al agua: “El agua de pozo que saca la gente de Montecillo está toda contaminada por una lechería que está a unos metros de acá. Ellos nos contaminaron las napas subterráneas. Ha venido gente a examinar nuestras aguas y en todos lados se sabe que el agua que sacamos está contaminada, pero no hacen nada. Hace años vino Hosain Sabag y dijo que iba a sacar agua (potable) para nosotros; fue puro ‘engrupo’. Hace unos 15 años que se habla y se promete, pero jamás se cumple. Yo no le veo arreglo a esto, creo que cada año va a ser peor. Perdimos la fe en los famosos proyectos que se tramitan por años”.

Cambio de servicio

Esta semana entrante debiesen estar definidas y ratificadas las nuevas empresas que se adjudicaron la licitación de camiones aljibes, para entregar agua a 12 comunas de la región. En la licitación pública, publicada por la Intendencia de la Región de Ñuble en Mercado Público, se entregó un listado con la cantidad de personas que necesitan este servicio de agua potable en dichas comunas.

La comuna “líder” es Ninhue (1.951), seguida de cerca por San Carlos (1.810). Más lejos se encuentran comunas como Quirihue (998), Cobquecura (914), Bulnes (706), Coihueco (699), San Nicolás (546), Ñiquén (524), Ránquil (515), Pinto (444), Quillón (426) y San Fabián (117). Las comunas restantes, en tanto, no han tenido actualizaciones recientes en cuanto a cifras exactas. Sin embargo, según Intendencia, están siendo “diagnosticadas” para este verano y para su licitación próxima.

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