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La reinvención es digital

Como en otros momentos de la historia, el inevitable escenario de crisis nos está obligando a repensarnos, a cuestionarnos, a replantear el carácter de nuestras actividades y a idear soluciones creativas para los nuevos desafíos que enfrentamos como sociedad.

Un momento clave de este proceso es la reactivación de negocios y comercios que pueden usar las nuevas tecnologías de la información. Antes de la pandemia y del efecto covid-19 sobre la economía, era una asignatura pendiente para las empresas y los consumidores, pero los 150 días de emergencia sanitaria han hecho que temas como el teletrabajo y el comercio electrónico, evolucionen y sean una realidad anticipada, muy a pesar de que han desnudado también sus deficiencias.

Para nadie es un secreto que el teletrabajo era una suerte de sueño laboral romántico de muchas personas, percepción que ha ido cambiado con el paso de los meses. Situaciones como la mala calidad del internet, el bajo poder de navegación, el pobre equipamiento computacional en los hogares y hasta el inmobiliario deficiente, son realidades no tenidas en cuenta en los anhelos del home office.

Lo mismo ha ocurrido con el comercio electrónico, que si bien estaba más crecido que los dos anteriores, ha desnudado muchas deficiencias en todos los aspectos. El fantasma de la inseguridad al poner el número de una tarjeta de crédito sigue rondando. Pero la pandemia no puede ser una excusa para desatender la responsabilidad que los organismos reguladores tienen con el desarrollo de esta modalidad que también llegó para quedarse.

La palabra reinventarse se ha vuelto un lugar común desde que se inició la pandemia del Covid-19, debido a que nos tomó por sorpresa, sin estar preparados. Pero las situaciones de crisis llegan sin pedir permiso, generando consecuencias de alto impacto en todos los entornos.

En ese sentido, lo que tenemos que aprender hoy es a manejar la incertidumbre y analizar cómo actuar en un mundo que ha estado cambiando. Por eso, más allá de reinventarse, lo razonable es actuar en momentos de crisis y subirse al carro de la manoseada cuarta revolución industrial, que dota los intercambios comerciales de plataformas antes inexistentes como es el comercio electrónico y el dinero digital. Se puede hacer negocios desde la casa, se puede teletrabajar, se puede socializar y muchas más situaciones otrora impensables; hay que tener la certeza que vivimos una nueva normalidad y que el punto es no ser resistente al cambio.

Una crisis, del tipo que sea, es un punto de inflexión. Por eso, nos hundimos o nos elevamos, nos bloqueamos o nos superamos y adaptamos a lo que viene”.

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