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¿La derrota del General Baquedano?

El gobierno, a través del Consejo de Monumentos Nacionales, decidió sacar la estatua del General Manuel Baquedano de la Plaza Italia, que algunos también denominan Plaza de la Dignidad. El argumento utilizado es que la estatua necesitaba ser restaurada por los daños producidos por las continuas manifestaciones violentas, que viernes a viernes se producen en torno a ella. La estatua ha sido bandalizada numerosas veces y por cierto que su estructura se había transformado en un peligro para los propios manifestantes.

La discusión que se ha instalado sobre el valor de la figura de Baquedano y sobre los merecimientos para tener una estatua en un espacio público. Algunos sobre ideologizados han dicho que es un montón de fierro que glorifica a un militar sin merecerlo. Otros, como Baradit, han declarado fuera de contexto, abriendo una discusión que solo contribuye a polarizar aún más a nuestro país, entre buenos y malos, entre puros en impuros.

Otros han escarbado en la historia buscando argumentos en la trayectoria de Baquedano, para darle legitimidad a quienes viernes a viernes concurren a la Plaza Italia asolar al sector, condenando a la ruina económica a muchos pequeños comerciantes y degradando el espacio del entorno de residentes de las más típicas clases medias chilenas. Que Baquedano no sólo participó como Comandante en Jefe de la Guerra del Pacifico en abril de 1880, en un momento en que la disciplina y la mística del ejército se encontrada en declinación, sino que también fue parte de la mal llamada “pacificación de la Araucanía”.

En fin, puede haber muchos argumentos que pretenden justificar por un lado la permanente agresión al monumento y por otro, para justificar su retiro. Pero ni uno ni otro apuntan al fondo del problema. Y es que está en pleno centro de la capital de la República, un minúsculo territorio sobre el cual el Estado no tiene el control. Las fuerzas de orden y seguridad han sido incapaces de cumplir con su misión comprometiendo con ello la potestad del Estado y de paso afectando los derechos de los ciudadanos.

El retiro de la estatua, representa eso, la renuncia a ejercer potestad sobre un determinado territorio. Y desde este punto de vista lo ocurrido es extremadamente grave. Significa que un grupo reducido de supuestos manifestantes, muchos de ellos con antecedentes penales, ejercen el control en un espacio público, el que por definición nos pertenece a todos.

El espacio púbico desde el Ágora Griega, pasando por el Foro Romano, incluso por la plaza emplazada frente a los templos religiosos en la edad media, y con mayor razón en el renacimiento, ha representado en punto de encuentro de la diversidad, para hablar sobre los destinos de la polis. De allí la expresión “política”. Es un espacio por definición democrático, es el espacio de todos y todas. Por ello la renuncia por parte del estado, a preservar este principio, simbolizado esto por el retiro de la estaba, no es la derrota del General Baquedano, sino del Estado de Derecho. No es posible que una minoría violenta y delictual se imponga sobre la gran mayoría que quiere y aspira a construir una sociedad civilizada y pacífica.

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