Una vez un ex jugador de fútbol profesional me dijo que un técnico, al que no le creían o respetaban en un camarín, se le haría muy difícil llegar a la fibra de sus dirigidos.
“Cuando no hablan a la cara, cuando venden humo, hablan por detrás o no son directos, uno les toma la foto de inmediato”, me contaba este exjugador que integró varios camarines.
Recordé el comentario porque tras el reestreno de Ñublense en el torneo oficial de la Primera B, con un triunfo sobre San Marcos de Arica por 1-0, para quedar como puntero de la B, dos jugadores jóvenes tuvieron palabras de agradecimiento para Jaime García.
Nicolás Astete, que marcó el gol del triunfo, y el joven zaguero canterano que debutó como titular, Jonathan Turra.
El primero confesó que siempre sintió la “confianza del profe”, por eso ingresó con ganas para responderle en la cancha con el gol de la victoria.
El ex jugador de Colchagua reveló que él técnico confía en los jugadores que se entregan cien por ciento, creyendo en la superación.
Lo propio aseguró Turra en entrevista con La Discusión. Habló de una relación “linda” con su entrenador. Y no hablan de exceso de confianza y buena onda, recalcan que el vínculo se cimenta sobre la base de la confianza, el cariño, el respeto, pero la inquebrantable disciplina.
“Es una gran persona y buen técnico”, subraya Turra, cualidades que no todos los adiestradores pueden lucir en el frío, competitivo e hipócrita mundillo del fútbol.
García está dando sus primeros pasos como técnico. Se podrá seguir equivocando a veces en lo táctico, pero está logrando llegar al corazón del jugador, que a la larga, es lo más difícil para un estratega.
