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La Caja de las Letras abre sus puertas en medio de la pandemia

Foto: Instituto Cervantes

En diciembre del 2001, España anunciaba al mundo que el próximo Premio Cervantes recaía en el poeta chileno Nicanor Parra. Tal como manda la tradición, además de regalar un discurso en la ceremonia de entrega del reconocimiento, el vate debía entregar un “tesoro” para ser depositado en la llamada Caja de las Letras, una bóveda dedicada exclusivamente a artefactos y documentos donados por los distinguidos con el Premio Cervantes.

Nicanor Parra no pudo asistir a la entrega de la condecoración en el año 2012 por problemas derivados de su avanzada edad y envió a su nieto, Cristóbal Ugarte, como su emisario. “Tololo” no solo llevó y leyó el discurso ante la asamblea, sino que también llevó consigo la donación del antipoeta de San Fabián de Alico hasta España. Se trató de una máquina de escribir (“Máquina del tiempo”, como fue rebautizada por Parra Sandoval), un artefacto hecho en Estados Unidos y en donde Nicanor creó grandes poemas.

La condición para la entrega fue que la caja volviera a ser abierta en el año 2064, fecha en la que Parra cumpliría 150 años.

Sin embargo, la Caja de las Letras, que se encuentra en el Edificio del Instituto Cervantes en Madrid, fue abierta antes de la fecha pactada producto de la emergencia del Covid-19. En España crearon un tour virtual que recorre el interior de la bóveda en la cual no solo se puede apreciar el regalo del hijo de San Fabián.

La caja también contiene una carta manuscrita del escritor Francisco Ayala, quien ocupó el primero de los casilleros (cuyo contenido no se desvelará hasta 2057) el año 2007, cuando el Instituto Cervantes comenzó con las donaciones. Desde entonces, todos los premios Cervantes y otros referentes de la cultura en español han contribuido con todo tipo de donaciones como un guión inédito de Luis García Berlanga; la primera edición de Olvidado rey Gudú de Ana María Matute; una receta (“el secreto de la escalibada y otras cosas importantes”) de Juan Marsé; un manuscrito original de Antonio Gamoneda; dos misteriosos cilindros de cartón pertenecientes a Carlos Edmundo de Ory; una “cosa muy sensible y entrañable” de Nuria Espert; un reloj suizo de John Elliot (el primer no hispanista en entrar en la Caja de las Letras); un antiguo pergamino de Juan Gelman; una partitura sin estrenar de Luis de Pablo (que será interpretada tras su fallecimiento); y un cofre con tierra de la casa de Gabriel García Márquez en Aracataca, además de una placa con el primer párrafo de Cien años de soledad. También el escritor chileno Jorge Edwards (Premio Cervantes 1999) depositó un legado que no se conocerá hasta el año 2035.

La bóveda, con 1.800 cajas, existe porque en ese edificio funcionaron antes varias entidades bancarias españolas. La idea del Instituto Cervantes, es llenar todas las cajas.

Tour online

La Caja de las Letras fue abierta en marzo pasado por el Instituto Cervantes a través de un recorrido online que ingresa a la bóveda en donde se pueden apreciar, mediante fotografías, cada uno de los legados dentro de las cajas doradas y plateadas con que cuenta el lugar.

Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, dijo que este año la entrega del premio se suspendió debido a la pandemia, por eso nació la decisión de abrir la bóveda.

Pero hay más. Solo este año, está prevista la apertura de dos nuevas cajas. “En junio, la que contiene un manuscrito original de Oda al vino, de Pablo Neruda cedido por la Fundación Vivanco. Y, en octubre, la número 1.567, donde descansa una primera edición de Perito en Lunas, el poemario más temprano de Miguel Hernández. Hace unos días desvelamos el interior de la caja-buzón de los hermanos Machado. En su interior encontramos más de 200 cartas dirigidas a Antonio y Manuel firmadas por líderes políticos y personalidades de la cultura”.

La caja de Nicanor Parra es la número 1.552. La donación consta de un certificado de autenticidad. La donación del hijo de San Fabián es la 19 de todo el set. Otro hijo de esta tierra en ganar el Premio Cervantes en 2003 (antes de la creación de la Caja de las Letras), fue Gonzalo Rojas Pizarro, quien sí concurrió a la ceremonia en España. 

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