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Inversión y empleo

Hay consenso transversal sobre de la necesidad de que Ñuble cuente con un plan de atracción de inversiones, no solo por la caída del indicador a nivel nacional, que todas las proyecciones acentúan para este año, sino por el rezago estructural que exhibe la Región, lo que se traduce en un menor crecimiento y un escaso dinamismo en la generación de empleos.

Se trata de una coyuntura complicada que requiere una planeación que se haga cargo de lo urgente, como será el aumento del desempleo, lo mismo que de objetivos de mediano plazo, como es la reactivación económica y la atracción de inversiones. Además, ambos deberían ser coherentes con los lineamientos de la estrategia regional de desarrollo, instrumento inédito para Ñuble y que pronto debería conocerse, según anticipó el intendente Martín Arrau.

En ambas dimensiones no es un misterio que el foco debería estar puesto en aquellas vocaciones productivas en las cuales la zona tiene ventajas comparativas, como la agricultura, el turismo, la logística, la energía y el sector forestal, con especial énfasis en la agregación de valor, lo que significa también avanzar desde la producción y exportación de materia prima, como la fruta o los rollizos, al desarrollo de una industria manufacturera que genere mejores empleos.

A diferencia de lo que ocurría años atrás, ahora hay información, que se ha ido generando con las asesorías del Banco Mundial y de la Universidad de Chile, y los aportes de otras instituciones públicas y privadas, la que permite reducir la incertidumbre para una planeación que considere medidas de corto plazo, como la generación de instrumentos específicos de fomento y de promoción y la adecuada focalización de las políticas públicas; y también de mediano y largo plazo, donde se apunta a generar las condiciones favorables para la inversión.

En ese sentido, conviene poner atención sobre la propuesta del economista Renato Segura, de crear una zona franca agroindustrial donde la inversión privada en el procesamiento de productos agrícolas y sus actividades derivadas esté sujeta a un régimen excepcional de cero impuestos. Esta iniciativa ha logrado el respaldo de los principales gremios de la Región y no requiere de un gran desembolso desde la billetera fiscal, que tendrá una alta demanda en los años venideros a fin de cumplir con los planes y programas derivados del estallido social de octubre pasado.

No obstante lo anterior, es fundamental que este proceso considere una adecuada equidad territorial en la focalización de los esfuerzos, pues todo indicaría que un proyecto de esa naturaleza debería emplazarse en el eje longitudinal que constituye la zona de riego desde Ñiquén a Pemuco, incluidas las comunas de San Carlos, Chillán y Bulnes, el mismo que actualmente concentra el grueso de las inversiones del rubro frutícola y agroindustrial. Y es por ello que también deben considerarse las potencialidades del secano, en rubros como el turismo, la energía y la industria maderera en el Valle del Itata y en la zona cordillerana, así como apostar decididamente por profundizar y diversificar el sector de los servicios.

Las oportunidades para el desarrollo de la Región de Ñuble, a partir de nuevas inversiones, son casi ilimitadas. Borrar el “casi” estará dado por la capacidad de gestión de las autoridades frente al gobierno central y ante los potenciales inversionistas. Una misión ambiciosa, pero ineludible para una región que no puede ni debe condenarse a vivir en un rezago crónico.

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