Señor Director:
Más de US$ 200 millones son las pérdidas estimadas que vivió la industria gastronómica, tras la crisis social ocurrida en octubre del año pasado. Impactantes cifras que ponen a la palestra la necesidad de apoyar y resguardar este importante mercado, y una de las más solicitados es el control de los negocios alimenticios no oficiales ni regulados que han generado importantes problemas, ya que su aumento a nivel nacional se proyecta en crecientes ventas sin control tributario.
Pero ¿cuáles son las reales consecuencias de este tipo de mercados clandestinos? Estos pequeños mercaditos se han expandido por todo Chile y no solo acarrean problemas de salubridad, desperdicios de basura y olores, sino también van en desmedro de personas que son dueños de espacios gastronómicos regulados que han invertido en lugares que cumplen con las normativas que impone la Seremi de Salud, frente a espacios de comidas que ni siquiera apoyan el crecimiento económico del país, ya que arman un puesto de local con carros de supermercados y un quitasol. La comuna de Santiago es una de las más afectadas y se han decomisado más de 10 mil de estos carros en las calles.
El problema no solo lo tienen quienes ofertan estos alimentos, sino también los chilenos y extranjeros que son consumidores de comida callejera. Según un estudio publicado en 2018, un 44,5% de los consultados admitieron consumir alimentos en la calle los últimos tres meses, números que demuestran que la demanda tiene gran responsabilidad en los hechos, ya que no solo se trata de sabor, sino también de fácil disponibilidad.
Es necesario que las personas y el Estado logren un equilibrio económico rápido que permita que las personas puedan volver a visitar los restaurantes, bares y cafés, ya que los procesos hegemónicos deben lograrse para generar un equilibrio para todas las partes, sin ir en desmedro de quienes generan trabajo y que apoyan el crecimiento del país.
Rodrigo Aljaro
Gerente Grupo Gourmet
