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Fugas en hogares de menores presenta mayor baja en 11 años

Son cerca de 130 los menores de entre 1 mes y 17 años que están integrados a algún organismo colaborador del Sename en Chillán, como se denomina hoy a los “hogares de menores”, que son seis en Ñuble y tres en la capital regional.

Históricamente son ellos los que motivaban la mayor cantidad de presuntas desgracias en la ciudad, principalmente “porque independiente que estén en una de estas residencias por orden del Tribunal de Familia y como medida precautoria para protegerlos de algún riesgo evidente en sus propios hogares, es allí donde, definitivamente, más cómodos se sienten”.

La reflexión es de Lilian Fuentes, funcionaria civil de Carabineros de la Segunda Comisaría de Chillán, encargada de las denuncias por presuntas desgracias, ubicación de personas y reencuentros familiares en la comuna.

Fuentes, asegura que las denuncias por presuntas desgracias de menores han sido más del 60% del total que se estampa en Carabineros y que tuvieron su peak en 2016, con 536 casos. “Sin embargo, desde que comenzó a implementarse una estrategia especial en conjunto con las residencias, se ha logrado reducir las denuncias por caso de menores, y a eso ha hecho que el total del 2018 sea 343”, explica.

Mesas técnicas

En cifras entregadas por Carabineros se certifica que el total de denuncias en 2018 fue de 343 casos, la más baja de los últimos 11 años. Y se estima, que los casos que involucran a menores son menos del 40% del total.

“Lo que pasa es que se ha estado haciendo un trabajo más coordinado entre las policías, el Sename y las residencias, en conjunto con el Tribunal de Familia, lo que incluye reuniones con los menores, con mesas técnicas y se busca cuál es el lugar más idóneo para ese niño”, plantea la directora del Sename, Carolina Tapia.

Dentro de los objetivos se busca que los niños estén lo más cerca de la residencia de quien figura como su adulto significativo (no necesariamente los padres), “porque cuando ellos se han fugado es porque extrañan sus casas. Puede que tengan muchas carencias afectivas y económicas, pero lo que realmente extrañaba es su entorno, sus amigos o algún familiar”, precisa Lilian Fuentes.

La mesa técnica, por lo tanto, busca que el menor no experimente un cambio tan brusco al ingresar a las residencias, “y una vez que se interviene a un menor, rara vez se vuelve a fugar, independiente de que haya casos más complejos, como el de una menor que se ha escapado más de 15 veces, y lamentablemente, eso figura como 15 denuncias ese año”, aclara.

Otra causa de fuga, que se estuvo dando un tiempo en 2014, fue presuntamente, la prostitución infantil.

Ese año, de hecho, con un seguimiento realizado por la PDI, se detuvo, encarceló y condenó a un contratista, quien le pagaba a las menores de un hogar chillanejo para mantener relaciones con él. De hecho, fue detenido en un motel con una escolar.

Otros casos similares, sin embargo, jamás pudieron comprobarse policialmente. Según Carabineros, no ha vuelto a haber indicios de eso desde que se hizo público y notorio esa condena.

Familias disfuncionales

Carabineros también cuenta con una estadística que apunta a las causas por las que los tribunales ordenan el ingreso a un menor a una residencia

“Y en la mayoría de los casos de adolescentes, son problemas emocionales y de malas relaciones, lo que se observa principalmente en familias monoparentales o con padres muy ausentes”.

Más atrás, vendrían las agresiones o las incompetencias parentales por consumo de alcohol o drogas.

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