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Enemigo íntimo

La segunda cuarentena impuesta en la intercomuna para evitar la propagación del Covid-19, también ha vuelto a encerrar a las víctimas de violencia de género con sus maltratadores.

De acuerdo a las estadísticas que maneja el Ministerio Público, desde el inicio de la crisis sanitaria, ha existido un aumento de llamadas pidiendo orientaciones a entidades del Estado, pero una disminución de 50% en las denuncias por violencia intrafamiliar (VIF), coincidiendo con el período de incremento de medidas restrictivas y de llamado a mantenerse en casa por causa del virus. En la Unidad de Atención a Víctimas y Testigos, estiman que es altamente posible que las víctimas tengan dificultades para acceder a los canales de denuncia, por la necesidad de mantenerse en sus domicilios, debido a medidas como la cuarentena o el toque de queda.

ONU Mujeres, organismo de Naciones Unidas especializado en el desarrollo y promoción de la igualdad de género, advirtió que las medidas que está implementando el mundo de cuarentena y aislamiento social para contener la pandemia, está generando un aumento en la violencia de género y la pobreza que viven las mujeres. “El hecho de que el hombre no tenga acceso a fuentes de trabajo, tenga mayores frustraciones por el hecho de no poder proveer para su familia aumenta la violencia doméstica”, ha dicho la directora regional para América y el Caribe de la entidad, María-Noel Vaeza.

La violencia doméstica, es decir, aquella que tiene lugar en el seno del hogar, y de la que son en su mayoría víctimas mujeres y niñas, se puede manifestar al menos de dos formas. La primera, cuando hay una situación de control por parte de un agresor que se vale de la violencia reiterada para dominar a su pareja o familia y, la segunda, cuando la violencia surge, de manera ocasional, como la respuesta a conflictos normales que se dan en la convivencia. En estas dos situaciones de violencia doméstica, el aislamiento obligatorio, o bien facilita el ejercicio de la violencia o actúa como un detonante.

Además, una de las características del primer tipo de violencia doméstica es que el agresor suprime las coaliciones externas de aquellas a quienes controla y domina por medio de la violencia. Ello quiere decir que las víctimas están, de una forma u otra, aisladas. Ahora bien, el aislamiento obligatorio implica, por sí mismo, menos soporte social y menos control social, que son herramientas claves para controlar la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones. En síntesis, este tipo de medidas refuerzan la victimización y se vuelven una herramienta a favor del maltratador sistemático.

Es una gran paradoja que para salvar vidas muchas personas se vean obligadas a convivir las 24 horas del día con su mayor enemigo visible, bajo el mismo techo.

Es claro que las medidas de confinamiento son necesarias para mitigar el impacto del Covid-19, pero estas medidas se deben tomar teniendo en cuenta cómo van a afectar a todos los sectores de la sociedad, sobre todo aquellos que se encuentran en situación de vulnerabilidad, como es el caso de mujeres y niñas.

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