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En invierno también se cosecha

Hay plantas y hombres muy especiales que en pleno invierno cosechan insólitos frutos. Para el primer caso está, por ejemplo el dafne, que en medio de toda aspereza y a filo de escarcha, esparce por el jardín su aroma inolvidable. Para el segundo, están los poetas maduros que, en medio de otras asperezas -la de los filosos tiempos actuales- lanzan al ambiente su elixir de palabras-dafne. Es el caso de Divel Mersán, quien cerca de sus primeros 80 años, exprime -frente a la simbólica ruina del templo de Los Carmelitas- lo mejor de sus experiencias para entregar Vida. Es decir, perfumadas lecciones del existir en forma de poemas. He aquí, al azar dos de ellas: “Por extensos que sean los caminos, ninguno te separa de ti mismo/ Si te echas a rodar, el cielo mismo se echa a rodar contigo”.

Y nos ha confesado: “Cada vez que la flauta del otoño me alcanza/las alas y las sienes se me quedan vibrando”. ¡Ay de este hombre que le ha pedido a las sienes tejer pasión de letras, que le ha pedido a este duro invierno cibernético extraer palabras vivas de su humano corazón! Pero antes de este fecundo Chillán, para preparar la tierra y que de ella salga tamaña cosecha, el autor -que en la vida menos real se llama Miguel Rodríguez Sandoval- debió violentar el duro terrón de su vida allá en Santiago y disolver formas que le eran ajenas. Vale decir, debió romper con comodidades y rutinas. Funcionario ejempla de la Cepal, con sueldo en dólares, muy cerca de la jubilación, a punto de recibir bonos y diplomas por años de servicio, el respetado bibliotecario Rodríguez le renuncia a la ONU, allí “donde sus cuidados hizo aumentar el beneficio de sus amos”. Quiere vivir desde la libertad de su esencia poética. Renuncia, porque si no se moría su ser eterno cohabitando raquítico en su alma.

Se iba a morir nada menos que su daimon, ese motor de inspiración que da sentido y hace bailar al espíritu enamorado. Sabe que la separación era radical y que iba a arrastrar también a la pareja, a amistades y relaciones. A pesar de los pronósticos de negras desgracias, triunfa la decisión de su ser antiguo: se arriesga a ser Divel Mersán. El ejemplo nos hace recordar a Paul Gauguin, quién llevado por su pasión interior, abandona su estatus de banquero, corredor de bolsa y empresario parisino exitosísimo, para lanzarse a la intemperie de su tan improbable camino de artista. En lontananza, ni siquiera él imaginaba el pintor postimpresionista que iría a reinventar el arte primitivo de la pintura, muriendo pobre, pero intensamente feliz y realizado -empezaba a ser reconocido- en la lejana Polinesia.

Con Birgit Tüerksch, con quien compartiremos en la Presentación oficial de su obra “Asterisco”, coincidimos en plenitud en la valoración de su obra: “Poeta de voz baja, por eso mismo convincente, sin estridencia vociferante, Mersán es de aquellos que permanecerán cuando los gritos de los otros se hayan apagado.

Quedará en la memoria. Porque es un poeta que habla en torno a los beneficios del estado de serenidad y de la levedad de los asuntos y las cosas. Aristocrático de alma, filósofo de la duda amante…” El atractivo libro Asterisco, lo editó Kushe que en 151 páginas aparece repleto de dosis de belleza. Estará a la venta en librería “Qué leo” y será presentado mañana lunes 29, a las 18:30 hrs. en la Sala Arrau del Teatro Municipal de Chillán. A no dudar, su obra es el mejor antídoto para toda enfermedad del alma, el mejor remedio de entre sus infalibles recetas que como naturópata él entrega a sus pacientes: tómese este frasco macerado en hojas de papel, en cápsulas diurnas y nocturnas hasta el final de su único y irreemplazable camino.

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