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El chico que le ganó a la vida y tranca con la cabeza por Ñublense

Felipe Venegas/Ñublense

Una jugada resume su impronta. Esa garra que forjó en el barrio.

“Sí, fue con San Felipe. No alcancé a llegar a la pelota, no me quedaban piernas para tirarla para afuera y me tiré de cabeza con todo. Hay cosas que uno tiene que hacer con el corazón cuando defiende una camiseta tan linda como la de Ñublense. Esa garra para jugar la traigo de chico, ser siempre guapo”, confiesa José “Pollito” Navarrete, lateral derecho de Ñublense, transformado en la gran revelación del plantel y un verdadero hallazgo del técnico Jaime García.

Con 22 años está acariciando el sueño que tuvo de pequeño. Llegar al fútbol profesional y cimentar su camino a la Primera División para ayudar a su familia.

Cuando tenía 5 años comenzó a jugar en la Escuela Unión Santa Victoria de Cerro Navia hasta donde lo llevó su madre.

“Siempre tuve esa garra, jugaba desde temprano en el barrio, ahí es otra cosa. Empecé a jugar con los más grandes, siempre he tenido la garra de ir a frente a trancar y mojar la camiseta que es lo que más amo”, evoca el apodado “Pollito”, porque “cuando era chico era flaquito y corría detrás de la pelota y un amigo me apodó así y quedé así”.

Puro esfuerzo

La infancia de Navarrete estuvo marcada por el sufrimiento. Su padre biológico lo abandonó y nunca lo reconoció. Su abuela María González, que falleció cuando él tenía tres años lo crío y más tarde, la nueva pareja de su madre se transformó en un padre cariñoso y presente.

“Me gustaría ver a mi abuela ahora y que se sintiera orgullosa de mí. Para ella será el primer gol que anote porque me crío. Vengo de una familia muy humilde. Tuve momentos difíciles en la vida, pero he luchado para sacar adelante a mi familia”, confiesa.

Su familia la forman su madre, su padrastro, su tío, que fue como un padre y dos hermanos.

“Mi padre biológico me dejó abandonado, es una larga historia. Crecí solo con mi mamá y mi abuela. Me sacaron adelante, ahora la pareja de mi mamá es mi papá, ha sido fundamental para mí con mi hermana chica. Mi padre biológico no me reconoce y aunque me buscara no se lo perdonaría por nada. Si llega algún día no lo voy a saludar. Mi padre que tengo ahora es el que siempre ha estado y lo respeto”.

“El profe me reta”

El técnico Erwin Durán lo llevó al profesionalismo cuando lo fichó en Copiapó y luego, en 2019, en Fernández Vial donde se empapó de la garra vialina. El año pasado en un amistoso con Ñublense, Jaime García lo detectó y lo seleccionó tras una prueba.

“Me retaba siempre porque es distinto estar en Primera B. Me decía que debo hacer más pesas y aumentar la masa muscular y subir seis kilos para poder jugar. Ahora me siento más fuerte y potente”, revela el lateral que se ganó la titularidad a punta de entrega.

Subir seis kilos lo logró haciendo pesas, trabajo en gimnasios, tomando proteínas y creatinas. “Le metí trabajo dos veces al día para crecer. Tuve retos del profesor Jaime, eso me fortaleció. Porque siempre me quiere ver mejor. Me ha tirado las orejas más de tres veces, me dice que tengo que estar con los pies en la tierra y no por ser agradando, porque siempre he sido humilde y no le he ganado a nadie ya que estoy recién iniciando mi carrera futbolística. Más me retaba porque llegaba sobre la hora a mi trabajo de pesas. Aprendí, llego temprano, una hora antes”.

Cuenta que los más experimentados del plantel como Miguel Jiménez, Jorge Ampuero y Nicolás Vargas lo apoyan y aconsejan. “Para mí jugar con ellos es una alegría inmensa. Hacerles caso para aprender. Lo mismo pasa con Luis Larry Valenzuela que me ha ayudado mucho. He aprendido muchas cosas, me siento feliz hacer lo que más quiero”.

Su sueño

Navarrete sueña despierto. “Quiere ser alguien en la vida. Mi sueño es tener una historia linda que contarle a mis hijos y sobrinos. Admiro a los laterales Dany Alvés y Marcelo, siento que tengo algo de ellos, los veo para aprender”.

Se siente cómodo de lateral, porque puede llegar a línea de fondo y tener ida y vuelta para defender. Aunque insiste en que García lo vive retando, aclara que también lo felicita.

“Jajaja, igual me ha felicitado. Me ha dicho que cuando entro le doy otro aire al equipo. Los retos no son para que ande mal o con el tarro, sino que para mejorar”, cuenta el aguerrido lateral, quien se recupera de un corte en el mentón que le generó un codazo del zaguero de Melipilla, Cristián Magaña.El incansable “Pollito” está agradecido de la confianza de García.

“Ha sido un pilar fundamental para crecer como jugador y persona. Siempre estaré agradecido de él, no se lo he dicho, pero se lo diré, siempre está a mi lado y he podido crecer. Ojalá podamos ascender”, declara Navarrete, quien creció en la comuna desde donde salieron Esteban Paredes, Francisco Huaiquipán, Roberto Cereceda y el preparador de arqueros del Rojo, Ricardo Carrillo, a quien enfrentó en el fútbol amateur de Cerro Navia.

“La garra y querer estar siempre está en mí, siempre he tenido garra para jugar, nací para esto, es lo que amo. Cualquier niño de barrio sueña con estar haciendo lo que hago yo. El hincha es fundamental porque nos da la energía. Estamos trabajando para darle una alegría a la gente. Mi abuela me ilumina, cada vez que entro a jugar es a la primera que le pido que me acompañe en la cancha. Para cumplir el sueño del ascenso”, sentencia Navarrete, el guerrero del barrio que no para de correr por la banda derecha.

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