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Educar con-ciencia

En nuestra actual situación, viviendo una pandemia, reconocemos que es vital el conocimiento científico, ya que sin éste no sería posible la existencia de las vacunas. Si pensamos en quien nos salvará de esta crisis sanitaria probablemente la respuesta será la ciencia. En ese sentido, a ella deberemos agradecerle que la especie humana siga existiendo.

En nuestro país tenemos ejemplos de cómo la ciencia ha resuelto problemas que hace unos años no imaginábamos que se podrían resolver. Uno de ellos trata de una investigación en alimentación saludable que dio origen a productos alimenticios basados en vegetales y exentos de grasa animal, pero con un sabor similar al de los productos fabricados con materia prima animal. Todo esto se logró, entre otras herramientas, mediante algoritmos matemáticos. Así se encontraron fórmulas o recetas que les permitieron elaborar productos sanos para el ser humano, pero de sabor muy similar a los tradicionales, existentes en el mercado. Uno de sus productos más conocidos es la mayonesa, parecida a la tradicional, pero que está hecha sólo con vegetales y algas marinas.

Pero también se observa una falta de proyectos en otras áreas. Por ejemplo, la electromovilidad no es un campo del conocimiento que se esté desarrollado en nuestro país como para ayudar, de manera importante, a solucionar problemas de contaminación; o dar valor agregado a materias primas disponibles en Chile, como el litio, lo que no es posible por no disponer del conocimiento ni de las inversiones que se requieren.

Por lo anterior, es conveniente inculcar en las nuevas generaciones que la ciencia es importante y no algo de lo cual debemos alejarnos. Hacer que el ser humano tenga una mentalidad científica es positivo y no se debe tener miedo a las conclusiones a las que nos pueda conducir. Mientras la ciencia sea utilizada a favor de la humanidad es algo que debemos aceptar y generar vías de fiscalización ética para evitar el mal uso de algún conocimiento científico.

El país que más invierte en ciencia, según el Banco Mundial al año 2018, es Israel, con una inversión que alcanza el 4,95% del Producto Interno Bruto (PIB)y le sigue Corea del Sur con 4,81%. Lejos se encuentra Chile donde la inversión en ese período fue del 0,36% del PIB. No es casualidad que los países nombrados estén superando la pandemia de mejor forma que nosotros: Israel ya declaró que el uso de la mascarilla no es obligatorio al aire libre y está por el retorno de las clases presenciales a nivel escolar. Invertir en ciencia es rentable a largo plazo, en muchos sentidos, y los países que han decidido hacerlo de forma importante han logrado pasar del subdesarrollo a ser países desarrollados. Esto les ha significado, por ejemplo, enfrentar de mejor forma la pandemia y los que han sido capaces de crear vacunas tienen grandes utilidades por este concepto. En cambio, los países que han bajado su inversión en ciencia, están con serios problemas para superar la crisis.

Chile debe darle la importancia que se merece a la ciencia, entregando educación científica de calidad a las nuevas generaciones y creando buenas oportunidades académicas y laborales para aquellos jóvenes que tienen interés científico.

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