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Distanciamiento social

Es indudable que el manejo de la crisis sanitaria por el coronavirus supone también una problemática cultural y social, donde las conductas colectivas -para bien y mal- condicionan la capacidad de nuestra sociedad para responder ante la emergencia.

Por una parte vemos desde el sábado a miles de chillanejos llenando carros de supermercados por miedo al desabastecimiento o porque creen que en unos días ya no los dejarán salir a la calle. Sin embargo, no se dan cuenta de que el desabastecimiento lo podrían estar provocando ellos mismos.

Igual ocurre con aquellos que siguen saludando de beso o estrechando la mano porque consideran que las posibilidades de contagio por esa vía son remotas, o que las medidas de prevención como el autoconfinamiento son excesivas y parte de una paranoica sobrerreacción.

Sin embargo, gracias a la información difundida por los medios de comunicación tradicionales, las personas pueden adoptar acciones protectoras de su salud y de la salud de los demás, y también concientizarse respecto de las medidas dispuestas por la autoridad, contribuyendo así a que éstas sean respetadas.

Efectivamente, el coronavirus nos recuerda que es indispensable que todos asumamos comportamientos civiles y responsables en nuestro quehacer cotidiano, máxime si por ahora no hay drogas disponibles que puedan aminorar la infección, mientras que los cálculos más optimistas de los expertos estiman que una posible vacuna recién estará disponible dentro de dieciocho meses.

Lavarse las manos por 30 segundos frecuentemente, evitar tocarse los ojos, nariz o boca sin haberse lavado las manos, evitar el contacto con personas probablemente infectadas, además del rápido autoaislamiento (en casa, ante sospechas de tener el virus) son medidas simples que nos protegen, reducen los contagios y evitan la saturación de centros de salud que así pueden atender los casos graves que efectivamente requieren asistencia médica.

Lo mismo ocurre con el distanciamiento social, una estrategia que en otros países ha mostrado ser muy efectiva para evitar la propagación y que consiste en mantenerse lejos de otras personas para que el virus no se transmita. De hecho, tras activarse ayer en Chile la Fase 4 de la enfermedad, es pertinente que la ciudadanía también considere la cuarentena individual, consistente en el aislamiento voluntario en caso de existir una posibilidad razonable de haberse expuesto a una persona con el virus.

A no olvidarlo: el distanciamiento social es vital para ayudar a la contención de la enfermedad y es una obligación cívica que habla de solidaridad y de pensar en el principal objetivo, que es evitar la muerte de las personas mayores y demás grupos de riesgo.

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