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Deuda temprana

Según el último informe de la Universidad San Sebastián y Equifax, actualmente el universo de endeudados morosos que están en Dicom llega a las 4.482.547 personas. De esa cantidad, 933.420 son jóvenes de entre 18 a 29 años, lo que representan un 21% del total de endeudados morosos en Chile.

La cifra es sin duda preocupante, pero lo es más la causa del endeudamiento, pues el principal motivo no es financiar estudios superiores, sino que se trata de compromisos económicos con casas comerciales y supermercados. Otro dato revelador es que el 46,8% de los jóvenes dice vivir exclusivamente de los ingresos aportados por otra persona, que son principalmente los padres que les entregan una mesada.

En rigor, esta situación no tiene ninguna lógica, salvo por la certeza de que finalmente serán las familias de esos jóvenes las que responderán por el endeudamiento y así evitar que ingresen al mundo laboral con una mancha en sus antecedentes personales.

Si ya es difícil hallar trabajo para un recién egresado de la educación superior, es casi imposible teniendo detrás de sí la marca del Dicom. Otras complicaciones tienen que ver con la imposibilidad de acceder a recursos para estudios de perfeccionamiento, lo mismo que para iniciar un emprendimiento o comprar una vivienda.

A nivel local, estudios realizados por las universidades de Concepción y del Bío-Bío constatan que sobre el 70% de los jóvenes en Chillán presentan preocupantes niveles de endeudamiento y morosidad, que superan sus ingresos provenientes de mesadas de sus padres o trabajos esporádicos.

Esta situación, advierten los académicos de ambas casas de estudio que han asumido con especial preocupación el tema, se explica por el bajo conocimiento económico y la mala utilización de sus tarjetas de crédito.

La facilidad en el acceso al crédito que existe y la poca información y capacidad de comprensión para entender la forma como los intereses van haciendo crecer estas deudas, que se superponen unas a otras, lleva a situaciones como las que muestra la encuesta.

Por otra parte, las exigencias que la sociedad y los propios jóvenes se imponen en sus parámetros de consumo, hacen más difícil detener esta especie de bicicleta de créditos y nuevas deudas, para el pago de esos créditos y más consumo, siendo un espiral difícil de detener.

Desde hace una década que organizaciones de consumidores y el mismo Sernac vienen advirtiendo sobre la necesidad de imponer mínimas regulaciones. Bastaría con que bancos, instituciones financieras y casas comerciales exijan la acreditación de ingresos económicos suficientes por parte del estudiante o, en su defecto, obtener autorización notarial simple del sostenedor de sus estudios. Así, el contrato que no contenga alguno estos simples requisitos sería nulo y no produciría efectos jurídicos.

No se trata de inhibir la libertad que tienen las distintas instituciones financieras y comerciales de promover sus productos, ni atentar contra el derecho al crédito, pero es necesario que existan ciertas restricciones y requisitos específicos para determinar quiénes realmente pueden ser sujetos de crédito.

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