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Desempleo femenino

La cara del desempleo por la pandemia es de mujer: vendedoras en locales comerciales, empleadas de restaurantes y hoteles, asesoras del hogar. Por cada hombre que salió de la población ocupada en Ñuble, salieron dos mujeres.

La tasa de desempleo femenino en Ñuble es del 12,5%, superior al 10% de los hombres, según el reporte oficial del INE, pero muy superior si consideramos la destrucción de miles de empleos informales ocupados por mujeres. Significa, a no dudarlo, un fuerte retroceso en los avances que Chile había logrado en su participación en el mercado laboral y que va a requerir una mayor proactividad de la política pública.

Cualquier estrategia para reactivar la creación y protección de empleos debe incorporar un enfoque de género. Por ejemplo, la sobrecarga por el cuidado de los hijos que sufren hoy las mujeres con los jardines infantiles y los colegios cerrados afecta su posibilidad de obtener y conservar un trabajo.

El alza en la tasa de desocupación femenina se ha comportado de forma contraria a otros ciclos negativos del empleo, donde las mujeres -a fin de contribuir con ingresos para sus hogares- incrementaban su participación en el mercado laboral cuando aumentaba el desempleo masculino.

Un estudio de Comunidad Mujer publicado días atrás reveló que el 88% de las mujeres cesantes salió de la fuerza laboral, es decir, no está actualmente buscando empleo. Para los analistas, Chile ha retrocedido una década. Veníamos de una participación laboral antes de la pandemia que incluso había llegado al 52%. En estos pocos meses hemos visto cómo se ha destruido proporcionalmente mucho más el empleo de las mujeres.

La actual situación es preocupante, pues 9 de cada 10 mujeres que perdieron su empleo ya ni siquiera están buscando trabajo. Esas mujeres trabajaban en el comercio, la enseñanza, el sector hotelero y el cuidado de personas, que han sido los más afectados por la pandemia..

Vienen años muy duros, pues los efectos de la pandemia no se superarán de manera simple en el corto plazo. La quiebra de empresas y el cierre de sectores como el turístico con toda la cadena de transporte, hotelería, restaurantes, comercio y recreación dejarán a muchos en situación de ruina. En Ñuble, cientos de microempresas han desaparecido, y muchas otras que sobreviven están trabajando a media marcha, con el riesgo de no aguantar hasta fin de año.

Crear nuevos puestos de trabajo es un reto monumental, especialmente si la capacidad adquisitiva de la gente va en declive. Ni qué hablar si se trata de empleos de calidad en una región con índices de informalidad que parecen superar los registrados en las estadísticas oficiales.

El retroceso del ingreso de los hogares revive el fantasma de la pobreza, convirtiéndose en una tremenda amenaza, pues la pobreza extrema va enlazada con inseguridad, malestar social y pérdida de impulso en reformas urgentes que requieren no solo recursos financieros, sino confianza en las instituciones. En estas condiciones, las brechas sociales se profundizan y la garantía de los derechos fundamentales se vuelve más difusa.

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