Close
Radio Radio Radio Radio

Cuando la pandemia de la viruela en Chile golpeó a Violeta Parra

LD

Hoy se cumplen 103 años desde el nacimiento de Violeta Parra Sandoval en la zona, folclorista, escritora, poetisa, artista visual, investigadora y sobreviviente de una pandemia. Sí, porque en plena década de los veinte, y cuando la hija de Ñuble apenas tenía cuatro años, contrajo la viruela, una pandemia que se quedó en el país hasta 1923 y que cada cierto tiempo regresaría para recordarnos que somos frágiles.

La familia Parra Sandoval se había trasladado a Chillán tras vivir en San Fabián de Alico, en donde nació el primogénito del clan, Nicanor. Con el tiempo llegaron a Chillán, luego se fueron a Santiago y en noviembre de 1921, se trasladaron en tren a Lautaro, en donde el padre de los futuros aristas del mundo había encontrado trabajo como profesor en el Regimiento Andino 4, en donde tendría que educar a los conscriptos.

Según precisó la folclorista en algunas entrevistas, habría contraído la enfermedad en ese viaje. Al llegar a destino, nadie lograba dilucidar qué la aquejaba, hasta que su madre oyó por ahí sobre la pandemia. Violeta mejoró, contra todo pronóstico, y las marcas que dejó el paso de la pandemia la acompañaron de por vida. Ella, en varias décimas que escribió, explicó los alcances de la enfermedad en su vida y de la suerte que tuvo a su lado al no fallecer como sí lo hicieron otros cientos de contagiados al sur de Chile. “No se escapó ni el vacuno/ también probó la lanceta/ que la inocente Violeta/ clavó sin querer alguno. Tres meses pasó en ayuno/ con ese terrible grano/ que le arrancó de las manos y pies toítitas las uñas. Su cuerpo era una pezuña/ solo un costrón inhumano”, escribió entre 1954 y 1958.

Un chillanejo que la conoció de cerca fue el folclorista Osvaldo Alvear, quien compartió con ella en peñas y giras. “Todos sabíamos que ella había sido víctima de la viruela, pero nunca comentamos el episodio. Lo que sí era claro es que ella quedó por rostro marcado, pero me imagino que era algo asumido porque no daba explicaciones. Recuerdo que tenía puntitos, esas típicas marcas de la viruela”, precisa mostrando unas palabras que le escribió a su amiga en esta fecha especial.

La pandemia “inspiradora”

La investigadora y académica Paula Miranda ha desarrollado una extensa investigación en torno a la figura de Violeta Parra. Con respecto a la viruela que atacó a la artista, Paula indicó a La Discusión que “esta pandemia estaba instalada en Chile desde hace un tiempo, proveniente del norte. Hay que recordar que las pandemias de viruela fueron muchas desde el siglo XVI el adelante y la que afectó a Violeta comenzó en 1920”, indico.

“Efectivamente ella se contagia camino a Lautaro, presumiblemente en el tren. Lo cierto es que llegó con la enfermedad al destino final. Hay testimonios tanto de ella, como de su madre Clara. Ambas precisan que mantuvieron en secreto la enfermedad de Violeta en el pueblo, pero que igualmente se contagiaron varias personas y que habrían muerto alrededor de 20 porque cuando la familia llega a la zona, el brote no había comenzado en Lautaro. Eso está documentado y ella eso lo contaba entre broma y realidad. Pero también, encontramos el relato en las décimas. Lo único raro es que nadie más de la familia lo contrajo”, explicó.

“De hecho, en una entrevista que dio en Concepción en los años 60, ella dice: ‘esa historia es terriblemente trágica, pero si no me hubiese pasado, no habría podido escribir las décimas’. Tras esto, se puso a reír”, comenta Paula.

Respecto a cómo este hecho la marcó en vida, Paula cuenta que los Parra, exceptuando a Nicanor, nunca fueron del prototipo de belleza que se estilaba en esos años. “Lo que sí está claro es que a pesar de las marcas que quedaron en su cuerpo, esto nunca le trajo problemas de autoestima, a pesar que en la escuela sus compañeros la apodaban “Maleza” por las cicatrices. Quienes la conocieron cuentan que, con los años, las marcas en su rostro se fueron suavizando. Pero lejos de eso, ella tenía una sonrisa preciosa. He investigado mucho acerca de Violeta y no hay una línea que diga que tenía la autoestima baja, al contrario, era de una personalidad fuerte. Ella siempre decía: ‘Gracias a Dios que soy fea’ pero eso en ella era una fortaleza porque no entró en el juego de la niña bonita, su meta no era ser bella”.

Paula advierte que la imagen que ella proyectaba, estaba a tono con su espíritu de artista. La investigadora cuenta que una vez en los cuarenta la segunda del clan se tomó una foto como Violeta de Mayo, con un traje andaluz, muy arreglada y maquillada y “se veía realmente preciosa. Pero ella eligió para su vida no maquillarse, no vestirse a la moda y va construyendo una imagen campesina, bien humilde. De hecho, cuando expuso en el Louvre, se puso un vestido hecho de retazos. Luego hay otras fotografías de ella en París, con otro tipo de ropa, un poco más elaborada. Hay una dimensión del artista que tiene que ver con que debe armar su personaje; por eso ella se hacía la fea y la pobre, al igual que Nicanor. Los artistas necesitan proyectarse en su dimensión de artistas”, finaliza.

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Leave a comment
scroll to top