Es precisamente en tiempos de crisis cuando se exigen más respuestas de parte de las instituciones, y es por ello también que en esos escenarios quedan al descubierto sus debilidades.
En el caso chileno, la crisis sanitaria por el Covid-19, así como también el estallido social, pusieron de relieve el rol de los alcaldes, no solo por su capacidad de interpretar las necesidades particulares de los territorios que gobiernan, debido a su mayor cercanía, sino que también dejaron en evidencia las limitaciones que enfrentan para abordar problemáticas excepcionales, como una emergencia.
Por otro lado, en el nivel central se han observado deficiencias en materia de coordinación durante esta y otras crisis, como por ejemplo, tras el terremoto de 2010, tanto entre los propios ministerios, como en la relación con los municipios.
En Ñuble, que ha concentrado un alto número de contagios del nuevo coronavirus en comparación con otras regiones, la incertidumbre ha sido una constante durante el proceso, donde si bien la respuesta del Gobierno Regional ha estado alineada con las medidas definidas por Santiago, se ha criticado su lentitud en algunas materias, como la declaración de la cuarentena obligatoria, de hecho, algunos alcaldes, representando el sentir de sus comunidades y con una cuota de oportunismo político, se arrogaron facultades que son prerrogativa exclusiva del Presidente de la República, como la restricción del desplazamiento.
Desafortunadamente, la discusión de fondo sobre la necesidad de mejorar el diálogo y la coordinación entre los alcaldes y el Gobierno, de manera de evitar errores no forzados, como el proyecto de ley que prorrogó el pago de los permisos de circulación, se ha transformado en una trinchera más de enfrentamiento político entre Gobierno y oposición, debido al apetito cortoplacista de algunos y la arrogancia de otros.
Es así como se han observado lamentables situaciones, como el bloqueo de la ruta por parte de los alcaldes de Quirihue y Coelemu, o la participación de un solo jefe comunal en la mesa regional Covid-19, encabezada por el intendente Martín Arrau. En ambos casos, la falta de participación de los alcaldes en la toma de decisiones es un factor común.
En este contexto ha reaparecido en el debate la necesidad profundizar el proceso de descentralización del poder, donde no pocos han levantado como propuesta el reemplazo del actual modelo presidencialista por uno semipresidencialista en el marco del proceso constituyente que se avecina, por ejemplo, entregando más atribuciones al Poder Legislativo.
Más allá de si se resuelve cambiar el modelo de Gobierno, es importante que los chilenos sean capaces de sacar lecciones de esta crisis, además del ámbito sanitario, también en materia de gestión de crisis y de coordinación entre las instituciones del Estado, donde no se debe descartar tampoco el traspaso de atribuciones a regiones y comunas, teniendo especial cuidado de radicar las decisiones según su complejidad, de manera que se ejerzan de manera más pertinente y oportuna.
