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Crisis social y territorial

Cristian Cáceres

Ventiladores, camas UCI, reconversión de camas, concentraron los esfuerzos del Gobierno durante los 100 primeros días de la Pandemia y, debemos reconocer, con buenos resultados si el objetivo era ampliar la capacidad de manejo hospitalario. Sin embargo, esa visión hospitalocéntrica no ha sido capaz de abordar la problemática del covid-19 en su total dimensión, partiendo porque ha dejado fuera a 2.000 centros de atención a lo largo del territorio nacional. En Ñuble, son más de 100 establecimientos y profesionales con experiencia en el trabajo comunitario, y que por lo mismo tienen un vínculo estrecho con la población de mayor riesgo.

Lamentablemente, en el centro de la ecuación no han estado las personas, sino que la logística hospitalaria, por lo que en resumen, la que debería ser la última línea de defensa se ha convertido en la primera o la más importante. Pero se ha dicho, y con razón, que el daño se trata en los hospitales y la pandemia se controla en los territorios, es por ello que si asumimos como real que las cifras de casos activos en la región ronda las 600 personas, son abordables para hacerse cargo de la trazabilidad y aislamiento pertinente.

Lamentablemente, poco se ha avanzado en esto, más allá de anuncios en materia de trazabilidad que por un rato le dieron al Ejecutivo el dominio de la iniciativa pública, pero que a la fecha aún no se ha traducido en coordinaciones, normativas y recursos adecuados para los municipios.

Para lograr una buena estrategia frente al coronavirus se debe integrar a la Atención Primaria como eje central, por tener situado ahí el manejo territorial con la comunidad, donde se deben incorporar miles de trazadores distribuidos en todas las regiones de Chile, dedicados a investigar, localizar, identificar y notificar los casos.

En efecto, la mejor estrategia frente al COVID-19 es testear mucho (como propone el Premio Nobel de Economía, Paul Romer) para localizar los clusters o aglomerados de infecciones y adoptar medidas propias a dichos contextos. Para ello se requiere facultades y capacidades locales, apoyadas por el gobierno nacional. De tal forma que la palabra clave es cooperación entre los diferentes niveles de gobierno, un concepto tan necesario como ausente.

Parte importante del problema radica en la existencia de modelos mentales y prácticas que están en la base y hacen operar instituciones nacionales dando respuestas estándares y universales a problemas específicos y diferenciados. También una parte de la opinión pública, empujada por los medios nacionales, presiona por respuestas únicas, totales e inmediatas.

Sin embargo, el camino de solución consiste en todo lo contrario, en fortalecer la diversidad territorial, los liderazgos y las características propias de cada comunidad. Por eso es urgente que se concreten los anuncios de mayor apoyo a los gobiernos regionales y a las municipalidades, de manera tal que se les permita ampliar su capacidad técnica, de gestión, y logística en el territorio, a fin de dar una respuesta más eficiente ante la pandemia, que el manejo centralizado ha sido incapaz de entregar.

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