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Conversaciones improbables, la nueva política

El fallecido científico cognitivo Francisco Varela, una vez realizó un experimento con gatitos recién nacidos cuyos ojos no estaban aún abiertos. Los gatitos fueron puestos en parejas uno sobre otro, de manera que solo el gatito de abajo podía moverse. Los dos gatitos experimentaron los mismos movimientos en el espacio, pero todo el trabajo de desplazamiento era hecho por el gatito de abajo. El resultado de este experimento fue que el gatito de abajo desarrolló su visión de manera normal, mientras que el gatito de arriba no; su capacidad de ver se desarrolló de manera inadecuada y más lenta. El experimento ilustra que la habilidad de ver es desarrollada a través de la actividad del organismo en su totalidad.

Qué duda cabe que una dimensión importante de la crisis que vive el país es de legitimidad representativa. Nuestros líderes políticos defraudaron a fondo porque dejaron de ver la realidad. Así de simple: como el gatito de arriba. Asimismo, hubo necesidades humanas que el modelo de desarrollo no vio. Volcados a mantener su estatus privilegiado, maniobraron cómodos encima de otros para su cerrado círculo y mantener el poder. No trabajaron desde abajo para aumentar las satisfacciones y aspiraciones profundas del chileno. La explosión social ha dejado más que claro que un país no se desarrolla con pura inyección de recursos, con más gasto social o sólo apostando al juego extractivista del mercado mundial. Se trata de que los nuevos líderes que lleguen hagan “presencing”, una combinación (en el idioma inglés) de las palabras “presenciar” y “sentir, percibir”. En mapuzungun tenemos una palabra más precisa aún: inarumen. Esto significa “observación in situ profundamente atenta, darse cuenta y cambiar”. Tanto presencing como inarumen significan un estado de atención elevado que permite a individuos y a grupos desplazar el espacio interior desde el cual operan. Abrirse desde lo humano. Cuando este desplazamiento sucede, la gente empieza a operar desde un espacio futuro de posibilidades que ellos sienten quiere emerger. Estar en la capacidad de facilitar ese desplazamiento es, en la opinión de Scharmer, el autor del concepto (“Teoría U”), la esencia del liderazgo que viene.

La competencia maestra del nuevo líder será la capacidad de observación profunda del ser del sistema, percibiendo y acercando los sueños, sin la panfletaria lista de descalificaciones hacia otros. Porque observar así implica poner el cuerpo y el alma en los compromisos. Se extirpa la premisa que violenta a las organizaciones: “el otro tiene la culpa”. Esto cierra y crispa, es lo opuesto a facilitar desplazamiento. Se tratará ahora de la capacidad para ver a los actores y generar con ellos conversaciones improbables, desde donde surgirá la magia de los acuerdos y así de las transformaciones. Los resultados de verse y escucharse, al derribar muros serán verdaderos compromisos de alianza y ayuda. Y el cambio vendrá justamente producto de una real conversación. Es lo que produjeron el año pasado los Encuentros 3xi, donde juntaron esos “pares improbables” de un Bernardo Matte (CMPC) dialogando de frente con un movilizado Víctor Ancalaf, ex vocero de la CAM mapuche.

Se trata de cambiar el liderazgo político, el estilo de gobierno y del servicio público, innovando -con un humanizador proyecto país- hacia un Chile más justo. En ello, lo último que un líder real puede delegar es la percepción. Participará en cabildos, será agente inclusivo entre gentes diversas y será humilde escuchador de las situaciones comunes haciendo de puente para que evolucionen. Sin un vínculo directo con el contexto de una situación, no aprenderá a ver y actuar de manera efectiva. Llegó la hora de ser el gatito de abajo.

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