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Capital humano

Cuando se analizan las mediocres cifras económicas que tiene la Región de Ñuble, existe amplia coincidencia en que uno de los factores productivos, el trabajo, no ha evolucionado al ritmo de la demanda. En términos sencillos, si la economía pretende agregar mayor valor a la producción, necesita de mayor capital humano calificado, con un estándar mínimo de calidad, que responda a las necesidades del mercado.

En ese sentido, el bajo nivel de profesionalización de la actividad agrícola en la Región no es solo una discusión académica, es más bien, una deuda con la economía de la zona, que tiene en esta actividad la responsabilidad del 20% de los empleos y de cerca de un 25% del PIB.

El Observatorio Laboral Ñuble, en su último informe, advierte sobre este problema y concluye que la escasez de personal calificado constituye uno de los principales obstáculos para el desarrollo de la agroindustria, uno de los objetivos estratégicos definidos en la Región de Ñuble.

Respecto a las características ocupacionales del sector, el reporte revela que el sector agrícola se ubica en la última posición, con 8,8 años promedio y una edad promedio de 47 años, mientras que el promedio regional es de 11,1 años de escolaridad y 44,3 años de edad.

Por otra parte, la falta de profesionales involucrados en la actividad agrícola de Ñuble ha generado brechas impactantes de rendimientos de los cultivos entre quienes sí han profesionalizado la gestión y los procesos, y quienes no lo han hecho.

Ello da cuenta de otra gran brecha entre empresas grandes y pequeñas, es decir, entre aquellas con los recursos suficientes para invertir en la contratación de profesionales y en la incorporación de tecnología, y aquellas que no los tienen.

La agricultura actual es cada vez más competitiva y se enfrenta a mercados internacionales exigentes, por lo que se requiere ir optimizando los procesos de manera de aumentar la productividad, lo que mejorará la rentabilidad, la generación de riqueza y, en consecuencia, los salarios. Sin embargo, dicho desafío será muy difícil de lograr si no se considera la profesionalización del agro de Ñuble y la implementación de mejoras tecnológicas en los cultivos, lo que está íntimamente ligado a lo primero.

Para ello es necesario también poner atención en la calidad de la formación de los estudiantes de carreras relacionadas con el agro, diferenciando entre algunas entidades que están impartiendo cursos y formación general de dudosa acreditación, e instituciones serias que además de tener tradición y programas pertinentes, realizan investigación científica y sus docentes están en la frontera del conocimiento.

Es imperativo que autoridades y empresarios comprendan que para desarrollar una agroindustria competitiva y moderna que saque a Ñuble del rezago económico en que se encuentra, se requiere de esfuerzos no solo en inversión e infraestructura, sino que también en el mejoramiento de su capital humano, lo que está estrechamente ligado a la investigación y la aplicación tecnológica que desarrollan las instituciones de educación superior.

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