Señor Director:
Hace días que se viene anunciando, con bombos y platillos, que se entregará un Bono para la Clase Media. Múltiples serán las personas que podrán acceder a él. Sin embargo, no deja de ser desconcertante y entristecedor el hecho de constatar que una vez más no se considere a una porción de la población que vive en condiciones de gran vulnerabilidad.
Hablo de aquellos jubilados que, pese a recibir una pensión inferior a los 200 mil pesos, no han calificado hasta el día de hoy para ser acreedores de ningún tipo de ayuda por parte del Estado, y ello por el simple hecho de haber cotizado en la Caja de Empleados Particulares.
¿Quién puede entender los criterios con que el Gobierno define a quiénes entrega su ayuda y a quiénes no? Porque resulta el colmo descubrir que dentro de los beneficiarios del tan publicitado Bono a la Clase Media se encuentran nada menos que los transportistas, quienes mes a mes reciben una subvención estatal ascendente a los 850 mil pesos por cada máquina, existiendo transportistas que poseen nada menos que veinte máquinas por recorrido.
Mientras a buena parte de los jubilados apenas le alcanza para costear sus remedios y consultas médicas, otros sectores de la población se vuelven ricos a expensas del Gobierno, y ello en tiempos de grandes penurias.
Juan Lincopi
