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Bajos salarios

La problemática del rezago salarial que sufre Ñuble ha quedado una vez más expuesto en la última entrega de la Encuesta Suplementaria de Ingresos, (ESI) 2018, que el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) publicó ayer.

De acuerdo al estudio, el ingreso laboral promedio de la población ocupada en la Región se ubicó en $414.209 neto mensual, mientras que el ingreso mediano -el que recibe un individuo representativo de la mitad de la población- llegó a $300.000 neto mensual. Es decir, el 50% de los trabajadores de la zona percibió ingresos menores o iguales a ese último monto.

Estos números sitúan a Ñuble como la región con menores ingresos medio y mediano, respectivamente, situación igualmente revelada por la Encuesta Casen 2017, donde el ingreso monetario promedio del hogar en Ñuble es también el más bajo del país; lo mismo que el estudio de la Fundación Sol titulado “Desposesión Salarial en Chile: Panorama de los Verdaderos Sueldos”, donde los datos sectoriales revelan una significativa brecha salarial en las dos ramas que concentran la mayor fuerza laboral de la Región, pero menor formación, como son el Comercio y la Agricultura.

La escasa diversificación de la matriz productiva local asoma como un factor determinante, pues la fuerte centralidad de la agricultura en la estructura productiva (el sector silvoagropecuario fue el que concentró el mayor porcentaje de ocupados en promedio el año pasado, con un 21,1% del total) se traduce en una demanda de capital humano de baja calificación y por ende, ofrece menores remuneraciones.

Está claro que en Ñuble existe un problema importante de generación de riqueza y trabajos de alto valor económico, lo que en definitiva es una mala noticia, ya que existe una alta relación entre los trabajos mejor remunerados y el valor que la sociedad le asigna a lo que las personas entregan por dicho trabajo como un elemento que aporta mayor riqueza a la zona. Es así como en la medida que los mejores profesionales no se encuentren en la zona, sino que emigren a otros lugares, será difícil ir sumando valor agregado al trabajo.

Ello significa, en la práctica, que de no ocurrir un cambio, la zona seguirá produciendo y comercializando commodities (madera, celulosa y frutas, principalmente), y los salarios de sus trabajadores seguirán siendo bajos en comparación con el promedio nacional.

Ha habido avances a través de la Corfo y otras agencias públicas, pero este círculo vicioso hace necesario redoblar los esfuerzos del Estado para, por un lado, incentivar la inversión privada y por otro, focalizar los incentivos en las micro, pequeñas y medianas empresas que agreguen valor, así como en el emprendimiento.

Hoy tenemos 19 centros de enseñanza superior, con una matrícula de 26 mil estudiantes, de modo que solo falta que las políticas públicas que puedan llevarse adelante en la nueva región efectivamente tengan una real y positiva aplicación local y sean capaces de retener a los profesionales aquí formados. Con eso basta y sobra.

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