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¿Avanzar o retroceder?

Cristian Cáceres

Las expectativas de los habitantes de la capital de Ñuble de avanzar a la Fase 3 del plan Paso a Paso, reduciendo las restricciones que afectan a la ciudad, se está estrellando con la realidad epidemiológica local, donde han aumentado los casos de Covid-19.

En efecto, los reportes de la última semana han encendido las alarmas. Ayer, se reportaron 90 nuevos contagios, una de las cifras más altas de los últimos meses, y el informe del Ministerio de Salud confirmó que los casos activos ascienden a 308, también uno de los números más altos, después de levantada la cuarentena, a fines de septiembre pasado. Definitivamente, la cosa no pinta bien en la Región.

Dos son los factores que estarían incidiendo mayormente en esta compleja situación. Por una parte el porfiado irrespeto a las disposiciones preventivas, donde hay una cuota que se asocia a la propia autoridad, que experimenta hace bastante tiempo una crisis de confianza que la anula para convencer, como también a la incapacidad que ha tenido para comunicar adecuadamente la gravedad de lo que ocurre. Los errores conceptuales, los cambios de mensaje, las señales confusas, han sido una constante del Gobierno.

La otra cuota tiene que ver con el flagrante déficit de solidaridad y espíritu comunitario que vemos a diario y que confirma la herencia de ser educado en sociedades individualistas, donde el semejante se desdibuja completamente frente a la urgencia de las necesidades personales. De hecho, daríamos un gran paso si cada uno de los ñublensinos entendiéramos que ha llegado la hora de la solidaridad y de la cooperación, de revisar valores, prioridades y prácticas, para adaptarnos a un virus disruptivo que amenaza la vida de los más débiles, pero también el bienestar social de todos.

Llegó el momento en que todos, sin excepción, tienen que poner de su parte para que colectivamente se enfrente un problema que por primera vez exige la responsabilidad global y tiene la facilidad de colarse por cualquier grieta que se le deje.

Aquí vale la pena reforzar el llamado a la imperiosa necesidad de las medidas de bioseguridad a todo nivel, frente a lo cual no se puede dar ninguna tregua, incluso en los espacios domiciliarios, donde también se ha demostrado que están ocurriendo los mayores contagios.

Tampoco sobra hacerles un llamado a los tomadores de decisiones para que en medio de esta coyuntura adapten medidas de salud pública que, aunque retrasadas, hoy se tornan necesarias.

El asunto ya no es solo de ventiladores mecánicos, sino de comportamientos generales y, por encima de todo, de tener claro que de la responsabilidad individual, proyectada hacia lo colectivo, dependerá el futuro inmediato de todos en términos de bienestar. Es hora de actuar en conjunto si no queremos que la expectativa de pasar a una etapa de mayores libertades se transforme en una nueva decepción colectiva y terminemos no solo estancados en la Fase 2, sino retrocediendo a Fase 1 y a una tercera cuarentena.

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